
La mirada de “Luna” es profunda, sus ojos están rodeados de una especie de antifaz imperceptible, pintado de un café más claro que el de sus orejas, mientras en el lomo salpica un intenso negro que contrasta con el pecho casi totalmente blanco. Características que confirman el pedegree. Tiene diez años y una ternura que seduce con la complicidad de su cola que se agita cada vez que quiere una galleta o recibe a Jacqueline, “su mamá”, al regreso del trabajo.
Aunque, de seguro quienes la vean, sólo contemplarán una perrita beagle juguetona, con cicatrices en el lomo, guatita y codo, producto de unos quistes extirpados recientemente.