Estudios buscan determinar pureza de pescados y mariscos. Los pescados y mariscos son reconocidos por ayudar a reducir los niveles de colesterol, los problemas cardiovasculares e incluso algunos tumores. Son alimentos ricos en proteínas, vitaminas y minerales; tienen bajas cantidades de las llamadas grasas malas o grasas saturadas, y una importante proporción de ácidos grasos Omega-3, cuyo consumo se estima protege de la ocurrencia de enfermedades cardiovasculares.
Sin embargo, debido a la contaminación de los océanos, también son una fuente de metales pesados, como el mercurio, el cadmio y el plomo, entre otros. Un exceso en su ingesta, puede traer consecuencias graves para la salud. Es por ello, que ya son muchos los países que han normado la cantidad máxima de metales pesados que pueden tener los alimentos, para ser comercializados.
Existe la hipótesis que debido a las corrientes marinas, estos contaminantes están migrando hacia los polos. Una tesis que ya está probada en la zona norte, donde investigaciones han demostrado niveles altos de metales pesados en las especies que viven en las costas de Groenlandia, Alaska, Rusia y Noruega. Sin embargo, no se sabe aún si este mismo fenómeno está afectando al hábitat marino de nuestra región.
Y hacia allá se encamina el estudio: “Diagnóstico de metales pesados en productos marinos (choritos y cholgas) consumidos en la Región de Magallanes”, que encabeza la Doctora en Ciencias Químicas, María Soledad Astorga, de la Universidad de Magallanes, junto a otras dos alumnas del Magíster en Ciencias.
El proyecto fue ganador del Fondo de Desarrollo e Innovación para la competitividad (FIC) de 2012 y busca determinar la concentración de elementos tóxicos, como el mercurio, el cadmio y el plomo, en estos populares alimentos. Además, analizará sus aportes nutritivos y el contenido de minerales, tales como calcio, hierro, fósforo y potasio.
Pero también servirá para demostrar que los ecosistemas subantárticos son lo más prístinos del planeta y que sus productos presentan una alta calidad, que los hace competitivos a nivel mundial.
El análisis se realizará en los moluscos, ya que a través de sus procesos biológicos acumulan contaminantes en sus órganos, hecho que sirve para evaluar el nivel de contaminación del medio que los rodea, ganándose por ello el apelativo de biomonitores.
Para su realización el Servicio de Salud, a través de su Laboratorio de Marea Roja, aportará con una parte de las muestras de mariscos a analizar y el resto se elegirán en diferentes puntos de venta al público.
En la actualidad, por exigencia de los compradores internacionales, se determina la cantidad de residuos tóxicos presentes en las carnes y en los productos marinos de exportación, pero no se analiza la presencia de metales en los productos marinos que consume la población de Magallanes. A estos sólo se les realizan los exámenes relacionados con la marea roja.
Este estudio le dará una nueva dimensión a la calidad de los productos marinos que se comercializan en el mercado regional, asegurando su inocuidad para aquellos que decidan consumir algunas de estas delicias.
Pero se espera que éste sea sólo un punto de partida. Ya se piensa en colaboraciones con investigadores noruegos, para determinar cómo les afecta a las embarazadas y a sus recién nacidos, el consumo de posibles alimentos marinos locales contaminados con metales pesados. Este tipo de estudio ya se realizó en el sur argentino, pero a corto plazo se hará también en nuestra región. Con sus resultados se podrán diseñar programas de salud preventivos, que eviten la ocurrencia de deformaciones congénitas u otras anomalías en el desarrollo de los fetos.
Esta investigación y las que ya se planifican para un futuro cercano, permitirán que la mesa magallánica sea más sana y de probada calidad.