El Estado Amenazante

General
05/10/2013 a las 10:33
El 17 de Septiembre último se publicó la “importante” Ley 20.700, que regula el uso, transporte y la comercialización del hilo curado para elevar volantines. El país está lleno de leyes y sus reglamentos que controlan detalladamente cada vez más aspectos de la vida diaria. El Estado regula y controla a las personas y, mientras más grande sea, menor será el grado de libertad. Porque la libertad se ejerce en el área donde el gobierno no interfiere.
Y nuestro Estado chileno sigue creciendo amenazadoramente. Sólo entre 2006 y 2012, el gasto público en nuestro país creció en un 127%.
Anthony de Jasay señala que cuando traspasa ciertos límites y sobrepasa sus funciones básicas, se transforma en un Estado Adversario, que gradualmente va sustituyendo el consentimiento por la represión para ejercer su autoridad. La dictadura queda “a la vuelta de la esquina”.
Se nos asegura que este peligro se evita en las democracias modernas, donde el pueblo supervisa las acciones de sus gobernantes y pueden destituirlos. Sin embargo, lo que el pueblo puede deponer es a un gobierno, que será reemplazado de inmediato por otro. No depone al Estado.
Jasay concluye que en los tiempos modernos, el mayor peligro para la libertad proviene del gobierno.
Un sistema político basado en la libertad, que le da mayor autonomía a los ciudadanos, desgraciadamente no es apreciado por los políticos de ninguna tendencia.
Un Estado pequeño y con el poder segmentado o compartido, no da espacio para el ejercicio amplio del poder personal que buscan los políticos Tampoco permite disponer de mayores recursos que puedan ofrecer en la subasta electoral.
Ludwig von Mises dijo que los gobiernos no se hacen liberales, se ven forzados a serlo cuando son presionados por sus ciudadanos.
El escritor norteamericano Robert Heinlein, señala que “La raza humana se divide políticamente entre aquellos que quieren que la gente esté controlada y los que no”. Esa parte de la humanidad que ama la Libertad, debe también defenderla presionando a los políticos de todas las tendencias, a limitar el crecimiento del Estado y preservar las libertades.
El llamado es especialmente para los jóvenes, que comienzan recién su vida, una vida que vale la pena ser vivida en la medida que tengan menores restricciones, incluyendo el derecho a equivocarse.
El Papa Benedicto XVI señalaba que “la libertad existe para que cada uno pueda diseñar personalmente su vida y, con su propia afirmación interna, recorrer el camino que corresponda a su naturaleza”. Los viejos, acostumbrados durante tantos años a educar a nuestros hijos, tendemos a continuar con esa visión dirigista en los asuntos políticos, que se ve acentuado por la experiencia personal acumulada que queremos sea “aprovechada” por los demás.
Si logramos liberar a los jóvenes de su actual adicción al Estado, la libertad pública estará sin duda mejor resguardada por ellos.

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