La mujer que cambió la minería por apoyar a quienes pierden a un ser querido

General
02/11/2013 a las 10:01
A diferencia de otros países, en Chile la muerte parece ajena, excomulgada de la vida, una anormalidad que rompe los esquemas. Es un tema del cual no se habla, casi no se anticipa y menos se piensa... Hasta que llega. Y cuando ocurre puede caer de golpe la depresión, porque la partida de un ser querido es un proceso difícil que Ana María Goic, experta en la materia, define como “duelo”. Tajante apunta: “Hay que vivirlo, no evitarlo, porque no es una enfermedad sino que un proceso” que puede durar varios años y que requiere de una sociedad comprensiva y activa.
Cuando muere un familiar, la licencia en el trabajo puede durar hasta 2 días -lo mismo que otorgan cuando alguien se casa-, mientras el duelo persiste varios meses o años, porque no es lo mismo enterrar a un padre que a un hijo. Entonces, la cabeza se llena de mitos, tanto para los que viven la pérdida, como para el entorno.
Así, algunos creen que el tiempo lo cura todo; otros bailan con un lamento eterno.
Hay quienes hacen del duelo un olvido... Mientras amigos y colegas murmuran y evitan hablar del tema frente al deudo y si lo hacen no mencionan el nombre del fallecido.
Lo que la mayoría pasa por alto es que se trata de un proceso más de la vida. Pero del cual hay que estar preparado y no sólo sicológicamente, también en lo práctico. En 48 horas tienes que contar con urna, sepultura y otros trámites que son un suplicio en medio del dolor.
La historia la conoce muy bien la natalina Ana María Goic. El año 2001, dos pérdidas le cambiaron la brújula a su existencia. Decidió dejar un exitoso empleo en el mundo de la minería y asumió la gerencia de servicios de una empresa funeraria relacionada con el Arzobispado de Santiago. Ahí conoció al Vicario para la Familia, padre Marek Burzawa, estudió con él y recorrió el mundo en busca de conocimientos.
“Tengo un diplomado de la escuela de medicina de la UC donde nos preparamos para contener a las personas que atienden enfermos terminales. Así me fue encantando el poder ayudar. Nada me ha parecido más reconfortante en la vida que ver en los ojos de alguien un cambio de desesperanza a tranquilidad”, explica Goic, mientras su mirada inquieta hurguetea los pasos de la memoria. .
Paralelamente, viajó a Colombia, México, Estados Unidos… Conoció al revés y derecho la industria funeraria y los temores y trabas del duelo. Todas situaciones que a lo largo del país se repiten, una y otra vez, cada día.
“El duelo es un proceso frente a una pérdida. Este proceso lo podemos dividir en cuatro etapas o fases. La primera, es el estado de choque. Esta es común para todas las personas. Es el primer momento en que no podemos creer que sea verdad. Nos decimos: “no puede ser”, “no es verdad”, “es una pesadilla”. Quedamos paralizados. Lo peor, es que en ese momento, además del tremendo dolor, todos debemos solucionar varios problemas y solamente tenemos 48 horas para hacerlo. Es tremendamente difícil tener la mente clara para saber lo que hay que hacer. Y lo primero es que debemos tener una urna y una sepultura, y eso hay que hacerlo, aunque lo que deseamos es quedarnos al lado de quien ya físicamente no va a estar con nosotros”, asegura.
Con más de doce años de experiencia, Ana María Goic invita a conocer con antelación una materia que todos les va a tocar vivir, al menos una vez, en su existencia.

¿Nuestra sociedad sabe vivir y enfrentar la muerte?
Si te refieres a nosotros, los chilenos, te digo inmediatamente y rotundamente que no. Es un tema del que no hablamos, no pensamos ni anticipamos soluciones. Sin embargo, en los países que visité existe otra mirada frente la muerte. Ellos ven el tema como una parte de la vida y se preparan para que sus familias no tengan que hacerse cargo cuando esto pase.
Ellos compran con anticipación, evitan que sus familiares tengan que asumir un alto costo y pasen por el dolor de la elección de los servicios. Esto es una tremenda ayuda práctica, pero muy especialmente sentimental, permite vivir un sano duelo sin un estrés adicional al dolor.

¿Qué hacer cuando muere alguien de manera inesperada?
Si la persona fallecida tenía médico tratante deben llamarlo de inmediato para certificar la causa de muerte. En caso contrario, deben llamar a Carabineros y se trasladará al fallecido al Instituto Médico Legal para la certificación.
Deben tener la cédula de identidad del fallecido y, en el caso de que haya manifestación de última voluntad para cremación, debe ser informado el fiscal para que se incluya en la resolución.

¿Cuáles son las maneras de tratar a las familias, cuáles son sus tiempo de duelo, recuperación, etc.?
Primero tenemos que pensar en que todos somos seres únicos y que nuestras formas de relacionarnos también son únicas. Los tiempos del duelo y la recuperación son únicos para cada persona. Depende del rol que tenía el fallecido en la vida del doliente, de la forma de relacionarse en el núcleo familiar, de la cercanía de los seres queridos, la circunstancia en que ocurre el fallecimiento, la edad del fallecido, la fe religiosa. Lo importante es que las personas deben vivir el duelo y permitirse tomar el tiempo que sea necesario, no hay plazos para esto.
Con respecto a la familia y a todos los que viven un duelo, hay que acompañarlos y sobre todo escucharlos. Recordar siempre que el duelo no es una enfermedad, es un proceso que debe vivirse para lograr su recuperación. Hay que ayudar a que las personas lleguen a reinsertarse en la vida sin la presencia física del ser querido, pero manteniendo vivo el recuerdo. Solamente mueren quienes no son recordados. La memoria debe tener presente lo bueno y lo malo de quien no está. Recordar lo que hizo en la vida, lo que hizo por nosotros y lo que hicimos por esa persona. Es la manera de que permanezca vivo sin su presencia.

¿Qué rutina debe seguirse frente a un fallecimiento?
Con relación al procedimiento que se debe seguir, lo primero que se debe hacer es tener la cédula de identidad del fallecido y el certificado médico de defunción. Este certificado lo debe emitir un médico indicando la causa de muerte en un formulario especial que solamente personal de la salud tiene. Con estos dos documentos se obtiene el pase de sepultación en el Registro Civil que es necesario para presentar en el cementerio.
Por otra parte, se debe contratar un servicio funerario para lo que deberá concurrir a una empresa funeraria a comprarlo. Al fallecido hay que vestirlo, se debe decidir dónde se hará el velatorio, definir servicio religioso, flores, coro, horarios, etc. Además hacer los trámites en el cementerio si es que se tiene sepultura o definitivamente comprar.
Son muchas cosas y detalles a decidir en un momento de profundo dolor, esto es lo que te mencionaba anteriormente de la diferencia entre nuestra sociedad y la de otros países. Acá no nos preparamos anticipadamente para lo único que es seguro en esta vida, en algún momento vamos a morir y dejamos a la familia para que enfrente gastos y pase por situaciones que hacen más difíciles esos momentos.

¿Qué se puede recomendar para la etapa de duelo y cómo acompañar a quienes lo viven?
Quienes estén cerca de una persona que vive un duelo y estén dispuestos a acompañar, deben guiar para que el recuerdo y el lugar que debe tener la persona en la memoria sea la forma de estar cerca de su ser querido y no le impida crear nuevos vínculos. Dar tiempo para elaborar el duelo, siempre tener presente que el duelo es un proceso gradual y que se necesita tiempos propios para vivirlo. Saber interpretar las conductas de las personas y tranquilizarlas. Identificar si las conductas son patológicas y derivar a un especialista.
Para quienes estén viviendo el duelo deben aprender a despegarse, comunicar lo que sienten, darse cuenta que la vida sigue su camino, ser paciente consigo mismo, darse tiempo, aprender a perdonar y perdonarse, acudir a la propia fe, creer en sí mismo, establecer nuevas relaciones, volver a sonreír, empezar a dar. Todo esto ayudará a aceptar, a finalizar el duelo y con el tiempo se encontrará el sentido de la pérdida.

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