
Las autoridades activaron la “Alerta Amber”, un mecanismo para localizar rápidamente a niños desaparecidos.
Sin embargo, ante la sospecha de que había inventado la historia, se le aplicó el detector de mentiras.
La Procuraduría General de Justicia logró así que confesara y supo que la mujer había escondido el cuerpo en un oso de peluche, al que le quitó el relleno y volvió a coser.
La mujer enfrenta una pena de hasta cinco años de cárcel por mentir y por violar la ley en materia de inhumación de cuerpos.