“Esto ha comenzado hace dos años, pero en 2013 hemos interceptado más cargamentos de mayor tamaño (...) Hemos detectado laboratorios en diversos lugares”, advirtió el juez federal José Luis Villada. Argentina era hasta ahora un lugar de tránsito para la droga producida en países de la Cordillera de Los Andes, pero la elaboración de cocaína en laboratorios floreció recientemente y alarma a la sociedad.
“Esto ha comenzado hace dos años, pero en 2013 hemos interceptado más cargamentos y de mayor tamaño. Argentina se ha convertido en productor. Hemos detectado laboratorios en diversos lugares”, advirtió el juez federal José Luis Villada, en la Provincia de Salta (norte) fronteriza con Bolivia, el tercer productor mundial de cocaína detrás de Colombia y Perú.
De acuerdo al magistrado, el hecho de que los precursores químicos necesarios para la transformación de la cocaína sean producidos localmente, hace atractivo el territorio argentino.
“Hay cocinas (laboratorios clandestinos) por todo el país e incluso en Puerto Madero, Las Cañitas y San Isidro”, dice un ex policía federal al aludir a barrios de clase alta de la capital argentina y sus alrededores. “¿Quién va ir a buscarlos allí?”, explicó.
Este año fueron desmantelados una decena de laboratorios.
En uno de ellos, de apenas un ambiente de 15 metros cuadrados, se puede producir de 2 a 3 kilos de cocaína por día.
Para evitar ser descubiertos por los vecinos a causa del olor de los químicos que utilizan, generalmente se instalan en casas o en departamentos ubicados en el último piso de los edificios. En la mayoría de los casos, el ‘cocinero’ que dirige el proceso de transformación ha sido entrenado en Bolivia.
Si la elaboración de cocaína en Argentina es una tendencia reciente, el tráfico de la droga producida en países de Los Andes que pasa por el país rumbo a Estados Unidos o Europa, se mantiene e incluso aumenta. Las ganancias se multiplican.