
El nuevo canciller inició su carrera política en 2008 como candidato al Parlamento, aunque no logró escaño. Un año después asumió la dirección de la rama juvenil del ÖVP, en 2010 entró en el Parlamento regional de Viena y en 2011 fue nombrado secretario de Estado de Integración.
La prensa internacional lo califica como un “nombramiento atrevido”, considerando, además, que aún cursa estudios de Derecho, y que hace tres años era un joven rebelde que disparaba palabras a diestra y siniestra con su gran poder de oratoria.
Sin embargo, optó por la mesura. Se puso traje, se cortó el cabello y dio paso a un peinado ejecutivo, asumiendo un discurso conciliador y liberal.
Sin embargo, lo que para muchos parece un acierto, para otros es un error. Los viejos políticos no le perdonan al popular partido ÖVP el insulto de haber elegido a un “niño” para asumir como jefe de la diplomacia austríaca.
Ante ello, para empezar a fomentar esta nueva “personalidad mediática” de Kurz, el departamento de relaciones públicas del Partido Popular austríaco ya ha iniciado una estrategia de comunicación para “vender” a su nuevo representante. Entrevistas en los principales medios (Der Standard y Die Presse) en donde Kurz ha ofrecido, a las preguntas a menudo irónicas de sus entrevistadores, un perfil bajo y humilde. Después, la noticia, hábilmente difundida, de que Kurz quiere implantar en “su” ministerio un estilo de Gobierno “colegial” con un “gabinete estratégico”.
Y aunque todo es parte del juego político, nadie puede negar la osadía del personaje y sus representados. Imagina usted en Chile un ministro de 27 años con tamaña pinta. Seguros las jóvenes se volverían locas y los viejos de la política insoportablemente locos.
El ÖVP aboga por los principios conservadores tradicionales de respeto al orden social establecido, e históricamente se ha opuesto diametralmente a los programas de corte socialista o socialdemócrata. Uno de los pilares de su actividad ha sido la defensa de la unión entre Iglesia -en particular la católica- y Estado, aún parcialmente en vigor en Austria. La política económica del ÖPV es generalmente liberal, defendiendo la reducción del sector público, la desregulación de la economía, la reducción de las prestaciones sociales, aunque la fuerte adhesión a la doctrina social de la Iglesia lo ha llevado a defender políticas intervencionistas con mayor frecuencia que partidos comparables en el resto de Europa.