La nueva generación de jóvenes (llamado “millennials”) ha ido alejándose lentamente del “face”, por considerarla una red invasiva, que se involucra en la intimidad del usuario, que no genera una interacción real o completa con los individuos que les importan de verdad. Primero fueron el correo electrónico y las webs, después los blogs. Todo un espacio que se extendía ante nuestros pies para poder gozar de la comunicación de una manera más horizontal y más activa. Al principio fue el intercambio de mensajes y los comentarios de los usuarios y luego los usuarios-consumidores empezaron a “crear” junto con otros. La mayoría de las veces, sin embargo, en espacios ya creados para ellos por otros, los dueños, que nos prestan un espacio.
MySpace, Facebook, Flickr, Digg, Tuenti, Hi5, Twitter, Netlog y Ning, todo es parte de la locura de las redes sociales, del hoy antiguo término globalización, de la instantaneidad y de todo lo que está en constante evolución. En esta misma vorágine, donde todo parece desechable, de tiempo limitado, de vencimiento. Y aunque algunos no lo crean eso parece ser el destino de lo que hoy conocemos como Facebook, una de las herramientas más populares de estas llamadas redes sociales.
La nueva generación de jóvenes (llamado “millennials”) ha ido alejándose lentamente del “face”, por considerarla una red invasiva, que se involucra en la intimidad del usuario, que no genera una interacción social verdadera o completa con los individuos que les importan de verdad y que, además, expone su vida ante personas por las que no quieren ser observados.
El divorcio
Las razones para este divorcio son las siguientes:
1.- Apabullante: entre la publicidad targeting, las publicaciones de Instagram, los artículos y enlaces que publica cada quien, queda poco tiempo para entablar una conversación pausada y real con los amigos que de verdad importan a estos chicos, que suelen ser, aseguran, un 10% del total de su lista de contactos, plagada de personas a las que conocieron hace demasiado tiempo y con las que no mantienen una interacción verdadera en su momento actual.
2.- Escape: antes de que Edward Snowden revelara los métodos de espionaje que la NSA despliega en Facebook, el peligro estaba en los jefes, actuales o probables. Los propios creadores de Snapchat explican en su web que crearon esta aplicación de envío de videos y fotos efímeras en respuesta a los problemas que una etiqueta en una foto determinada en Facebook puede acarrear. Que hay departamentos de Recursos Humanos que rastrean a los candidatos de sus entrevistas en la red de Zuckerberg es otro secreto a voces hace tiempo, algo que ha llevado a muchos usuarios a cambiar su nombre en la red por un pseudónimo para huir de estas búsquedas.
3.- Ruptura: ese carácter “apabullante” que Facebook tiene para algunos resulta especialmente molesto en momentos de crisis personal, como el fracaso de una relación sentimental, dicen los jóvenes consultados. Lo más probable es que no sólo la ex pareja en cuestión forme parte de los contactos, sino que también lo hagan algunos de sus amigos, con lo cual, pasar el período de duelo sin recibir estímulos de la otra parte puede ser verdaderamente difícil.
4.- Ansiedad: algunos usuarios, explican en Mashable, no se sienten capaces de lidiar con las preguntas de Facebook sobre su situación laboral o académica, especialmente si no se sienten realizados con ella por culpa de un despido o de la repetición de un curso. Hay quien, en lugar de omitir o inventarse datos, prefiere cortar por lo sano.
5.- Crisis existencial: la red social, opinan otros de los millennials entrevistados, genera una nueva identidad online en sus usuarios, con la que muchos podrían no sentirse identificados. Recientemente, la propia Facebook publicaba los resultados de su primer estudio “sobre compasión”, mediante el cual ha intentado trabajar en la inteligencia emocional de sus usuarios adolescentes, y explicaba que la mayoría de las denuncias de contenido que recibe aluden a fotografías, el comportamiento que, según sus usuarios, afecta más a su reputación.