Ganador de grandes premios literarios, soportó el exilio en los años de la última dictadura militar, así como la desaparición de su hija, su hijo y su nuera. En el año 2000, se reencontró con Macarena Gelman, su nieta nacida en cautiverio en Uruguay, en el marco del plan Cóndor. A Juan Gelman (Buenos Aires, 1930) la poesía se la inoculó la música de unos versos que no entendía, los de Pushkin, que recitaba en ruso su hermano mayor. Con nueve años, compuso sus primeros poemas para seducir a Ana, una chica de su barrio, un amor imposible porque ella tenía 11. Fracasó en la conquista, pero siguió escribiendo y 15 años después se dio cuenta que quería ser poeta.
Su madre, emigrante ucraniana, recibió el anuncio con la inquietud de quien desea la prosperidad para sus hijos. “Nunca vas a ganar dinero con eso”, le dijo. Pero a la vez sonrió porque, junto a la noticia, su hijo traía en la mano su primer libro impreso.
La profecía de su madre se cumplió a medias. “Los derechos de autor no dan para vivir, pero la dotación de algunos premios me ha ayudado”, contaba el poeta argentino desde el apacible salón de su casa en la capital mexicana. Gelman ganó entre otros, el Juan Rulfo, el Neruda, el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el Cervantes.
Escribe una columna semanal en el diario argentino Página 12. Leía, pasea, ve los noticieros y sigue en la distancia al Atlanta, el equipo de su barrio, gran rival del Chacarita, que aspira a subir a la Primera División, y que cuenta con su “estímulo permanente”.
La vida del poeta quedó marcada por la desaparición de su hijo y de su nuera embarazada durante la dictadura militar, por la búsqueda de su nieta robada al nacer, y por el rencuentro con ella 23 años después. Gelman ha dicho muchas veces que el dolor de perder a un hijo no acaba nunca. Pero no escribe desde el odio, “que nos hace daño”, sino desde la pérdida. Y esa pérdida está también en el génesis de su último libro Hoy, que será publicado próximamente tras reposar en el horno unos meses.
- A usted no le gusta el término “poesía comprometida”, aunque es una persona que en su vida se ha comprometido políticamente. ¿Se puede separar al autor de su ideología política?
“El lugar que la ideología ocupa en la subjetividad de un escritor me parece pequeño, según los casos, claro. Y la relación entre la escritura y el pensamiento político tienen canales muy oscuros. Ezra Pound hizo propaganda para Mussolini, pero también compuso un poema sobre la usura que ningún marxista-leninista-maoísta-fidelista hará jamás. Balzac era monárquico, pero los personajes más simpáticos de sus novelas eran republicanos. ¿Alguien conoce la ideología de Shakespeare? ¿Se sabe si era comunista o fascista?
- Han elegido Papa a un compatriota suyo. En un artículo periodístico publicado recientemente usted mostró sus reservas sobre el cardenal Bergoglio.
“Sí, tengo mis dudas. Y cuento una experiencia personal: hablé con él cuando buscaba a mi hijo y me dijo que no podía hacer nada. Pero ante la Justicia declaró otra cosa, que había hecho gestiones sin éxito. No me consta si las hizo o no. Pero dejó a la intemperie a varios jesuitas cuando era provincial”.
- ¿No tiene esperanzas?
“No. Por ahora no. Tengo la confianza lastimada. Algo cambiará, pero yo ya no lo voy a ver”.
- ¿Aunque viva 100 años?
“ No creo que llegue a los 100 años. Y eso que soy un pretencioso, cuando alguien me da la mano para bajarme de la camioneta le digo que no estoy tan viejo. No desdeño la vida, quiero ver casarse a mis nietos, ver si me dan algún bisnieto… Pero también creo que Dios, si existe, debe estar aburridísimo de su eternidad”.
(Extracto entrevista Diario La Razón, mayo de 2013)