
Fueron las palabras que entregó a los medios de comunicación apostado desde el mediodía, en el hall central del Hospital Clínico de Magallanes, Pablo Francisco Gallardo, el joven deportista biker de 26 años, quien fue violentamente agredido en una discoteca en Punta Arenas.
Eran las 17.05 horas de ayer cuando todos esperaban la salida del joven, tras cinco largos días internado.
Muchos pensaron ver a Pablo alicaído, debilitado, o simplemente aún convaleciente de su grave lesión. La gran sorpresa fue cuando se abrieron las puertas de los ascensores que comunican los pisos del recinto asistencial y aparece un joven muy feliz y sonriente saludando a su estilo, todo un ganador, y cómo no, le había ganado a la muerte, sin duda su mejor demostración de destreza que nunca hubiera imaginado hacer en sus shows como una de las figuras más importantes de Argentina, en la disciplina del biker.
Fueron días duros al comienzo, pero su actitud y su sencillez hicieron que se ganara el corazón de cada uno de los funcionarios del servicio de cirugía del hospital clínico. Pablo junto a su madre vivieron días intensos, donde nuevamente el amor entre ellos hizo más llevaderos los difíciles momentos vividos por el deportista.
Hoy su mayor anhelo es llegar pronto a su hogar y buscar un profesional médico que le permita continuar con su tratamiento de implante ocular al que debe someterse.
En su futuro está la pronta puesta en marcha de su escuela de biker en su querida localidad de Río Cuarto, Santa Cruz, Argentina. Es un sueño que anhela desde hace mucho tiempo, y será sin duda el motor que tendrá para seguir adelante en su día a día.
Antes de abandonar el principal centro asistencial, el que fue su hogar por cinco días, Pablo sólo tuvo palabras de agradecimiento por las innumerables muestras de cariño recibidas. Y sobre los hechos ocurridos sólo dijo no tener odio, y que la justicia es ahora quien debe hacer su trabajo.
Por lo pronto, viene estar con los suyos, y andar en bicicleta, que para eso está vivo, indicó, comenzando así el retorno a casa, no sin antes disfrutar con su madre unos días en nuestra ciudad.