
“Piensan que van a tirar un dólar y nos vamos a volver locos”, señaló José Miguel Tapia, quien junto a su esposa confeccionan y venden figuras representativas de la zona hechas con aserrín.
El problema, explican los artesanos, es que regatean mucho: “Uno les dice 5 dólares pero quieren pagar 4. En cambio los chilenos o los argentinos te pagan al tiro sin decir nada”, explicó Tapia.
Una vendedora que tiene una visión distinta, es Georgina Letelier, que cautiva a los turistas con sus tejidos de lana; ella sostiene: “no selecciono compradores, porque cuando uno tiene suerte para vender, son todos buenos para comprar”.
Más allá de quienes son mejores o peores compradores, para los artesanos, es un hecho que la temporada 2013 – 2014 ha subido el flujo de turistas: “Ha estado bueno, sobre todo los fines de semana. El sábado y más el domingo, pues está el comercio cerrado, entonces la gente viene bastante a la plaza y si se vende”, explicó Luis Rolando.
Lo que les ha llamado la atención a los comerciantes es el alto flujo de turistas chilenos, pues indican que este verano han llegado más que en años anteriores: “El negocio ha estado súper bien, ha andado bastante gente de todas partes del mundo, en especial los chilenos que están retornado un poco las labores habituales, ya se están despidiendo de la zona y nos vienen a comprar productos”, comenta José Miguel Tapia.
Revendedores
Al conocerse la medida que sólo autorizará a los comerciantes que el 30% de sus ventas sean productos no fabricados por ellos, los artesanos sacan la voz.
“Todos tenemos derecho a ganarnos la vida, así que creo que es una medida injusta. Mientras lo que hagamos sea venta, reventa, artesanía y le sirva al turista, también nos sirve y este es el sustento de cada uno de nosotros, no es hobby”, señaló Luis Rolando.
Un poco más categórico es José Miguel Tapia, que señala: “Ese 30% el chileno siempre lo traspasa al 40%, al 50%, al 90% entonces es relativo y no me parece bien. Si el centro fue construido para artesanos, debería ser para artesanos, o si hubiera sido para revendedores hubiéramos puesto pura gente que revenda. Las medidas, media a la chilena, no me gustan, la gente no tiene la claridad para trabajar”.
Desde la vereda contraria se encuentra Georgina Villaroel, quien ve en esta medida un alivio para los artesanos que día a día se esfuerzan por realizar trabajos nuevos: “Yo encuentro que está bueno que le den esa facilidad a la gente de tener un 30% del producto que no lo haga el artesano; en el fondo, cuesta mucho todos los días equipar tu mesa con productos netamente que haga uno, porque el tiempo no se da.