
En Colombia funciona una organización que se llama Periodismo Sin Fronteras que dirige Ricardo Puentes Melo, un calificativo que debería regir el ejercicio del periodismo, porque entre los comunicadores no deberían existir fronteras ideológicas o físicas, en lo que respecta a la defensa de la integridad del mensajero y del mensaje.
Entre los periodistas debería haber una mayor solidaridad, porque no hay comunicador que esté protegido contra la vesania de los poderosos, cuando la información afecta sus intereses.
Es preciso reconocer que la censura u otro tipo de peligro que enfrenta la libertad de expresión e información, no es una práctica exclusiva de las dictaduras, porque hasta en las democracias hay informadores y medios que se ganan la animadversión y a veces algo más, de los que mandan.
Regresando a Periodismo Sin Fronteras, el periodista e historiador Eduardo Mackenzie acusa a las autoridades de Colombia, sin dudas un gobierno democrático, de intentar sistemáticamente atemorizar al periodista Ricardo Puentes Melo, porque según Mackenzie, desde que el Presidente Santos asumió la presidencia, “mostró su malhumor e incluso una cierta brutalidad verbal, contra la prensa y los periodistas que se atrevían a cuestionar sus actuaciones”.
Otras democracias del continente, solo unas muestras de los muchos botones, no tienen reparos en atacar a los periodistas que les incomodan.
En Argentina se da el caso de que hay manifestantes que salen a las calles con los rostros de los periodistas que critican al Gobierno y también son fuertemente criticados en los medios oficiales. En Ecuador, otra democracia electoral, la libertad de cuestionar el gobierno de Rafael Correa está siempre amenazada y lo mismo pueden condenar a prisión al comunicador que dictar una fuerte multa en su contra. En Brasil, ya van cuatro los periodistas asesinados este año por cumplir con su deber de informar. Y en Honduras, desde el 2009 han muerto violentamente 32 periodistas.
Bajo el régimen de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, los espacios de libre información están casi extinguidos. Medios internacionales de prensa y periodistas extranjeros han sido expulsados, los comunicadores nacionales amenazados, los medios confiscados o las licencias de transmisión canceladas.
En Cuba no hay libertad de expresión e información hace más de cinco décadas. Los medios están al servicio del Estado y el trabajo periodístico se limita exclusivamente a comunicar lo que le indican, al extremo que los medios de la isla no reportan crímenes y hace muy poco tiempo empezaron hacer referencias a accidentes de tránsito.
Por otra parte, es justo destacar que hay periodistas que son una amenaza a la libertad de expresión de aquellos que no piensan como ellos, sus conocimientos y talentos están al servicio de quienes les recompensan y no dudan en difundir falsas informaciones y atacar sin reparo a quienes consideran enemigos de lo que defienden.
La dictadura cubana disfraza a sus agentes de periodistas porque esa condición les facilita el acceso a los medios.
El gobierno de Cuba por décadas ha usado el periodismo para desinformar y ha usado a los periodistas en numerosas ocasiones como espías, por eso, aunque algunos crean que el totalitarismo insular está agotado, lo mejor que pueden hacer es prepararse para su próxima mordida.