
“El final es donde Partí” como montaje consiste en apoyar mediante una instancia cultural recreativa los programas de prevención y rehabilitación de drogas del país, cumpliendo con enseñar a través de una mirada realista las crudas vivencias a las que se expone un drogadicto, provocando, de este modo, una instancia de reflexión hacía el espectador y promoviendo, a su vez, la posibilidad real de acceder a una rehabilitación.