
Dueños de locales nocturnos de Punta Arenas y mujeres que ejercen la prostitución señalan que el caso de la dominicana les perjudicó enormemente durante la última semana.
En algunos centros de diversión, la demanda de público ha disminuido en más de un 50% y las trabajadoras sexuales dicen que sus clientes “ya ni nos llaman”.