
Esta es la realidad que hoy afecta a quienes viven en la calle Eusebio Lillo y el área que comprende la calle Camilo Henríquez y sus alrededores, donde los conductores han debido extremar las medidas de seguridad para prevenir emergencias y a su vez, para no provocar la molestia cuando los vehículos pasan salpicando agua a los transeúntes.