
La agenda del nuevo parlamento europeo está crecida de cuestiones cruciales como el abastecimiento energético, la regulación de los mercados financieros o la conciliación de la vida familiar y profesional El desempleo masivo, la protección social que ha de injertarse a ese desempleo, debe ocupar un lugar preferente. La lógica capitalista del máximo beneficio, termina por convertirse en la tumba de la economía mundial. En vez de educar en el consumo necesario, avivamos necesidades donde no las hay, para custodiar unas esperanzas económicas irreales. Por este camino del consumismo y la permisividad, podremos levantar cabeza, pero la bajaremos más pronto que tarde, al hipotecar nuestras vidas a las entidades crediticias. Cuidado con los incentivos que se inyectan para el consumo. Uno tiene que gastar lo justo y preciso, no ser marioneta adoctrinada por un modelo social inhumano. Algunas ofertas de ilusiones intramundanas, que se publicitan hasta la saciedad, como los endiosamientos de la ciencia, del consumismo o las búsquedas exotéricas de espiritualidad, no pueden saciar la imborrable nostalgia de autenticidad que requiere el corazón humano. Somos algo más que un puro objeto consumista. No se puede igualar la felicidad personal a la compra de bienes y servicios. El cebo socializado de que “cuanto más consumo, más feliz soy”, nos hace ser personas insatisfechas, con un montón de problemas psicológicos a las espaldas.