
El magistrado del Segundo Juzgado, Claudio Jara, confirmó a Diario El Pingüino el cierre del sumario, con fecha 26 de mayo de 2009, argumentando que “están agotadas todas las investigaciones”. Aunque por el número de fojas del expediente, los querellantes tienen plazo hasta mañana para pedir nuevas diligencias. De ahí en adelante, la causa se archiva.
“Agotar todas las líneas investigativas” fue la tarea que el magistrado se impuso al asumir el cargo, en febrero de 2007. Algo de lo que se siente tranquilo porque hizo todo lo que estuvo a su alcance para cerrar exitosamente este emblemático caso. Una labor reconocida por la propia familia, pero que lamentablemente no tuvo resultados positivos.
Ésta es la “espina” que llevan todos quienes en algún momento tuvieron el caso en sus manos, incluidas las policías, de Investigaciones primero y, Carabineros, después.
Fracaso
La desaparición del entonces alumno salesiano, después de asistir al cumpleaños de un amigo en un quincho del Barrio Croata, es una de las más grandes incógnitas. Saliendo de ese lugar, en la madrugada del 19 de octubre, habría emprendido solo el regreso a casa. Salió caminando y nunca más se supo de él. Ricardo no dejó rastros de su desaparición. En siete años, solamente se conocieron especulaciones y un sinnúmero de comentarios, muchos incluso malintencionados pero nada que permitiera aclarar este emblemático caso.
Para las policías siempre fue un desafío pero nunca llegaron a la verdad. En todo este tiempo, pasaron muchos oficiales que siempre manifestaron la mejor de las intenciones, incluso trayendo brigadas especializadas, pero en la suma final nada concreto.
“Crimen perfecto”
Por eso la madre de Ricardo Harex, Margoth González, tiene razones de sobra para pensar que “con mi hijo se cometió el crimen perfecto, aunque las policías digan que no existe el crimen perfecto”. Ella insiste en que a su hijo lo mataron y lo hicieron desaparecer. Durante un año, y por especial deferencia del magistrado Jara, concurrió semanalmente a leer el voluminoso expediente. Hojeando una por una la documentación llegó a esta conclusión. Piensa que a Ricardo le sucedió esto porque estaba en el lugar y en el momento equivocado, y que jamás debió asistir a la fiesta.
Lamenta que después de siete años los amigos desaparecieran para siempre y que lo dejaran en el olvido. “Éste fue un hecho que los marcó a ellos, como alumnos y curso, por una experiencia que no se vive siempre. Aunque pase el tiempo, pienso que no deberían olvidar a Ricardo y tenerlo siempre presente”, dijo.