
El presidente de la organización, José Rosales, no puede ocultar su orgullo ante los avances que ha mostrado la entidad. A su juicio, éstos han sido posibles en gran parte gracias a la colaboración incondicional que ha demostrado la comunidad local a través del tiempo y se han materializado con un proyecto de gran envergadura: el Centro de Rehabilitación Cruz del Sur, que acogiendo desde 1986 a aquella parte de la población que presenta algún tipo de discapacidad física, dieron un gran paso al lograr revivir la esperanza de los pacientes y familias que han pasado por procesos médicos de complejidad. “Eso hizo que fuéramos creciendo vertiginosamente”, manifestó, agregando también que aquella labor ha llevado a que el servicio leonístico logre una transformación empresarial, con directivos que se encargan de coordinar las acciones para el correcto desarrollo de los centros de rehabilitación que existen en Magallanes.
Pero la institución sin fines de lucro no conforme con lo realizado en Punta Arenas, decidió instalarse en las capitales de Última Esperanza y Tierra del Fuego, ampliando la red solidaria que atiende a aquellas personas de los sectores más alejados. Noble tarea que, sin duda, no ha estado exenta de complicaciones, especialmente en un año marcado por la crisis económica mundial, donde quienes llevan adelante la obra, se han visto complicados a la hora de conseguir apoyo. “Cada vez se hace más difícil lograr voluntades que se quieran sumar al trabajo que hace esta organización”, expresó detallando que muchas personas se han restado de pertenecer al Club de Leones durante el último tiempo, contando con la ayuda activa de unos 25 socios.