
Entre ellos, se encontraba Luis Salazar, padre del soldado conscripto Eduardo Salazar, perteneciente al Regimiento Reforzado Dragones, quien viajó junto con su esposa desde Santiago. “Llegamos el martes. Nunca habíamos venido a Punta Arenas. Es todo muy bonito”, señaló. Pero, sin duda, la razón que más alegría le causó fue haber visto a su hijo Jurando a la Bandera. “Estoy con el pecho inflado”, declaró emocionado.
Un sentimiento parecido experimentó Rosa Nauto, quien viajó desde Curicó para ver a su hijo Jonathan Contreras del Regimiento Ingenieros Nº 5 en la ceremonia de Juramento a la Bandera. Al igual que en el caso de la familia anterior, debieron juntar el dinero para venir a acompañar a su hijo. “Tuvimos que ahorrar desde que se vino a Punta Arenas. Durante tres meses tuvimos que apretarnos el cinturón”, confesó la madre del soldado, quien agregó: “No pensé que mi hijo iba a aguantar. Es tan lejos, el fin del mundo, así que estoy muy orgullosa de él”.
Por su parte, el soldado Contreras manifestó que se siente muy feliz de ver a sus padres y de haber tomado la decisión de entrar al Ejército. “Me he acostumbrado fácil, me gusta la vida militar. Igual se siente un vacío, pero la vida militar me llena ese espacio”, aseguró.
Pero si hubo alguien para quien la ceremonia fue emotiva, fue para el conscripto Elías Contreras, del Regimiento Nº 10 Pudeto, quien ingresó al mismo grupo en el que estuvo su padre hace más de 20 años. “Para nosotros es especial, porque su papá estuvo en el mismo regimiento y hace mucho tiempo que no veníamos a Punta Arenas”, dijo su madre María Teresa Rubio.
De esta forma, el desfile de ayer fue una de las últimas actividades que realizaron las familias de los soldados que el jueves llevaron a cabo el Juramento a la Bandera y que, desde abril tienen parte de su corazón en los regimientos de Punta Arenas.