Y como si no hubiera sido suficiente mandar a clases a nuestros adulltos mayores, ahora aparecieron las disculpas y descargos de rigor -pobres, muy pobres por lo demás- y se pasan la pelota (como otras tantas veces), unos a otros como un verdadero juego (hay que decirlo: realmente malas algunas de nuestras autoridades para el juego... pero en fin, es lo que hay no más). Entre tantos dimes y diretes, algunos debieran hacer memoria y recordar de dónde viene la deuda antes de ponerse a lanzar dardos al actual gobierno... ¿desmemoriados o memoria selectiva como le llaman?..Hummm... Curioso el olvido de algunos..., conveniente olvido... A estos desmemoriados oportunistas sí que habría que enviarlos a clases a la Universidad de la Historia de Chile para repasar algunas lecciones y años que parece se les olvidaron. Una cosa sí es clara: los dineros ¿invertidos? en la famosa universidad, hubieran sido más que suficientes para beneficiar a otros tantos adultos que quedaron fuera del beneficio... ¿A quién se le ocurrió esta genialidad? ¿Cómo entre tantos y tantos devotos funcionarios del “aparato público” no hubo algún pitoniso que anticipara lo que está sucediendo?... No, ya en su oportunidad me referí a esta Universidad de la Risa (perdón de nuevo, de la Vida) e incluso me ofrecí para rector... pero, nada...” Que no fue un programa de gobierno, que no tuvimos nada que ver, que se hizo con tal y tal fondo... ¿No les parece a secas una verdadera tontera?... Otra vez la sabiduría popular: la excusa agrava la falta. Por aquí es donde brota la raíz de tanto y tanto descontento: la improvisación y la falta de autocensura. Claro que reconocer el propio error es tarea de años y años y, obviamente, resulta más fácil culpar al de al lado, al del frente, de arriba, abajo... cualquiera, alguien...  Y ahí aparece la oposición de la minucia (no la de grandes ideas, de futuro) y dale y dale... con la cantinela que igual, por cierto, nos tiene cansados... El otro día (interesante, pero no nuevo, reportaje sobre la realidad de las cárceles), escuché a la diputada Pérez culpando los 20 años de la concertación como causa del desastre carcelario... ¡plop! Ahí se me vino a mente mis fallidas ínfulas de ser rector y pensé: a esta diputada -y a otros tantos, por no decir casi todos- sí que habría enviarlos de nuevo a clases a la Universidad de la Vida... ¡Qué falta le hace a algunos recibir lecciones sobre respeto, conciencia social, equidad, justicia, humildad, sobre todo, mucha humildad!... Un curso intensivo en donde repasar que el pobre no es un número, que el cesante no es una estadística, que la gente no es masa votante, que tus principios no los puedes cambiar de un día para otro porque es tiempo de elecciones, que la palabra empeñada tiene precio y que el honor y la lealtad no son monedas de cambio... Un curso que les recuerde, por ejemplo, que el vestido, el traje, la corbata, tu perfume, el calzado, muchas veces supera el sueldo mínimo de miles y miles... Sí, no tengo ninguna duda, muchos necesitamos cursos de alguna  universidad de vida que nos despierte, que nos vuelva más sencillos y no animales ávidos de poder y beneficio propio... Las matrículas están abiertas: ¿alguien se inscribe?...Para ustedes, como siempre, un abrazo.
P.S.: menos para los abundantes testaferros de nuestra política nacional.