
Por este delito, la fiscalía lo formalizó ayer por “amenazas en grado de consumado”. A sus cortos 15 años, “El Juanca” discutió violentamente con una funcionaria de esa repartición pública a quien insultó y, no conforme con ello, le arrojó al suelo todo lo que tenía sobre el escritorio y remató su accionar delictivo sacando un cuchillo de 12 centímetros de hoja, con el cual la amenazó de muerte. La mujer estaba aterrada pero logró sacárselo de encima y llamar a Carabineros.
Esta vez la policía no lo llevó a la residencia de calle El Ovejero, sino que a la comisaría, a la espera de las instrucciones del fiscal Gonzalo Aranda, quien lo pasó al juzgado para formalizarlo y, luego, aplicar le que se conoce como una “suspensión condicional del procedimiento” por un año.
El pequeño aceptó y le quedó prohibido acercarse a la mujer amenazada, también a las oficinas del Injuv y deberá someterse al control de la Fundación Esperanza. Y por el tiempo que dure la suspensión de la causa no podrá volver a delinquir.
Abandono total
El caso del “Juanca” es el prototipo del abandono más cruel que puede sufrir un niño desde su nacimiento. Con una madre que nunca quiso tenerlo a su lado, y un padre que jamás conoció, vivió en pensiones hasta que más adolescente el Tribunal de la Familia lo derivó a la Residencia Cardenal Raúl Silva, dependiente del Sename.
Una cruda realidad que enfrentan muchos pequeños y que, hace poco, tomó fuerza cuando se conoció en Santiago el caso de “El Cisarro”, uno de los delincuentes más pequeños del país.