Aunque los chilenos destacan en muchos deportes, la afición nacional vibra sobre todo con el fútbol. Hay una pasión por el fútbol que para algunos es difícil de entender.No lo entienden quienes comprueban que chilenos obtienen premios internacionales, pero apenas son mencionados en las páginas deportivas. No lo entienden quienes gustan de deportes rápidos y bruscos como el básquetbol, pero se prefiere el fútbol que, a veces, puede resultar soporífero.
El fútbol es un deporte en el que se enfrentan dos equipos, cada uno compuesto por once jugadores. Cada equipo usa una camiseta diferente, para no confundirse con el adversario. El objetivo es meterle goles al otro equipo. Todo ello dentro de las normas, por lo menos teóricas, de respeto al adversario, del juego limpio, y como dijo un antiguo jugador wanderino, de que gane el más mejor.
Eso es, por lo menos, hablando de equipos profesionales, de jugadores de gran valer y valor, de los que saben hacer las cosas y que tienen, para jugar, un código de honor.
Se ha dado que ese código de honor a veces no funcione, como el caso del “Cóndor” Rojas, pero se trata de las excepciones que justifican la norma.
Pero el fútbol no es exclusividad de grandes equipos, de jugadores famosos, de gente con códigos. Siendo un deporte tan popular, la verdad es que lo juegan prácticamente todos. A la menor insinuación se juega una “pichanga”.
El problema es que en las pichangas, muchas de las reglas del juego limpio no funcionan. Ahí prima más la pasión y el individualismo, a pesar de que el fútbol, como en casi todos los deportes, es cosa de equipos.
Y en estas pichangas, cuando la pasión es demasiado, se llegan a dar cosas curiosas –desde el punto de vista del fair play- como exageradas patadas en las canillas y hasta jugadores que se olvidan de cuales son sus camisetas y terminan anotando autogoles.
Es de imaginarse como sufrirá el capitán del equipo. Le queda el consuelo de saber que esos jugadores nunca alcanzarán una división superior y están condenados a vivir en lo más bajo de las categorías de jugadores, no digamos de fútbol, sino de pichangas, y de las más chantas.
