Si hubiese que determinar cuáles son las personas más excluidas y abandonadas de la sociedad, por lejos ganaría la gente que se encuentra en situación de calle.
Esta dolorosa realidad, que todos saben que existe,  pero poco o nada hace el poder al respecto, involucra cada vez a más personas. Se trata de hombres y mujeres que no cuentan con un lugar digno donde vivir, que no tienen comida, no tienen baño y, peor aún, carecen de un soporte familiar. Además, la mayoría de ellos padecen alcoholismo, drogadicción y problemas mentales.
En rigor, según el Ministerio de Planificación (Mideplan), son aquellos que se encuentran sin casa y viviendo en la calle, habitando generalmente hospederías solidarias o puntos de la vía pública, tales como rukos en sitios eriazos, bajo un puente, casas abandonadas o plazas, terminales, entradas de centros de salud, u otros.
Las cifras que maneja el Mideplan determinan que en Punta Arenas, según el Catastro Nacional de Personas en Situación de Calle, realizado en 2005, es de 92 personas.
Sin embargo, la base de datos de la Ficha de Protección Social informa de 94 casos a agosto de 2009.
Estas variaciones en los números se debe a que este grupo de personas presentan una alta movilidad, lo que hace fluctuar la suma final.
Magallanes Fraterno
El Hogar de Cristo, a través de su directora, Amada Catrilef, aseguró que desde 2007 han recibido en la institución alrededor de 350 personas en situación de calle y, actualmente, en el programa Magallanes Fraterno, se atienden a más de 90 diariamente.
Más allá de las cifras, que lamentablemente han ido subiendo en los últimos años, lo relevante de esta situación es que deja de manifiesto que la sociedad está fallando, que el compromiso social de todos sus actores está dejando un área sin una adecuada atención.
La presidenta de la Cruz Roja, Carmen Maldonado, aseguró que “el Hogar de Cristo no tiene la capacidad física ni económica para poder mantenerlos, y la gente de las comunidades, que muchas veces saca dinero de su bolsillo, tampoco puede hacerse cargo de las cenas todos los días”.
Catrilef confirma esto reconociendo que la institución no cuenta con la infraestructura adecuada para mantener a estas personas, por lo que durante los meses de mayo a septiembre, destinan un espacio improvisado para resguardarlos del frío y el hambre. “Se crean un albergue de contingencia invernal”, explicó.
Pero esta medida, reconoce, no es una solución definitiva, la cual debe gestarse de la conciencia social de las autoridades, comunidad y entidades que existen en la sociedad.
“Esta situación tiene que removernos a todos en lo humano y existencial. Ver al otro como un sujeto de derechos, como lo es uno, requiere de una coordinación mayor, para que se creen compromisos que vayan en la ayuda de estas personas que tanto lo necesitan”, expresó la directora del Hogar de Cristo.
Trabajo integral
La mayoría de la gente que está en situación de calle sufre de algún trastorno sicológico, por lo que la labor que se requiere efectuar con ellos no se limita a prevenirlos del frío o quitarles el hambre, sino que la idea es sanarlos de los múltiples padecimientos que los afectan.
Por todo esto, la ayuda de distintos ámbitos, que no se relaciona sólo con donar dinero, sino que también con el voluntariado y remover la conciencia del otro, es la base para que se supere esta dolorosa realidad que viven algunas personas.
La Cruz Roja y el Hogar de Cristo son dos caras visibles de la solidaridad, porque hay muchas otras agrupaciones anónimas que se dedican a aliviar el dolor de otros. Sin embargo, no es suficiente.
El llamado es a todos los entes públicos, privados y a los miembros de la comunidad que, por un minuto, se pongan en el lugar del otro, que sean valientes y que se atrevan a, de una vez por todas,  mirar a aquellos que nadie quiere ver.