
He recibido informaciones desde Valdivia que dan cuenta que la película regional “Fingere”, que fuera estrenada el verano pasado en el festival que organiza Luis Alarcón en la Cueva del Milodón y luego exhibida en nuestra ciudad con éxito de público, fue seleccionada para ser presentada en el Festival que se organiza anualmente en esa ciudad. Si bien es cierto fue ubicada en la sección La Ventana Regional, para películas chilenas y no tiene carácter competitivo, el sólo hecho de haber sido considerada, es un premio. Recordemos que dicha obra fue presentada en el Festival de Cine Independiente de Chicago (EE.UU.) en junio, en la Sala Charles Chaplin de esa ciudad, logrando un primer lugar. Dicha película pertenece al escritor y profesor natalino, radicado en ese país, Alejandro Ferrer, y su director fue Romano Totoro, prominente cineasta chileno que reside en Puerto Natales. Ninguno de los actores tenía experiencias anteriores, ya que participaron vecinos de la ciudad, encabezados por el propio alcalde. Para esta ocasión Ferrer se trasladará a Valdivia, para tener la oportunidad de conversar con distribuidores y periodistas, y así romper el “muro del silencio”, como alguien denominó la actitud centralista respecto de las realizaciones de regiones. En lo personal fui invitado a participar por el autor y fui el único actor que actuó con su propio nombre, ya que la sección de la película en que me correspondió actuar, se refería a un torneo entre poetas. Mi brazo, aparatosamente enyesado, no fue óbice para ser incluido, advirtiendo que “el poeta Pavlov venía de participar en otro certamen que no finalizó pacíficamente”. La experiencia de la filmación fue muy simpática; la película carecía de largos parlamentos y el guión era seguido en breves pasos, por lo que no representaba ningún drama participar. Dentro de las innumerables anécdotas que ocurrieron con este sistema, estuvo el hecho de que en mi participación debía reventar en la cabeza de un poeta y del árbitro, botellas de caramelo que trajo Alejandro desde EEUU, amorosamente en brazos, como si fueran mellizos, para que llegaran salvas, y por supuesto, yo tuve que afinar la puntería porque la escena no se podía repetir.