
Es así como en el período más álgido de la campaña por el sillón presidencial, aparecen con mayor ímpetu los discursos populistas y exitistas, las buenas ideas se presentan por montones y las utópicas en cantidades industriales. Las eternas promesas, muy propias de estos períodos, son hasta el momento más de lo mismo, porque los candidatos muy poco han demostrado saber o entender de responsabilidad social.
Nuestros postulantes al “gran sillón” parecen desconocer que la responsabilidad social es la forma en que hoy se debe sustentar cada línea de acción del país económico, social y medioambiental, y esto puede ser porque quizás sus “expertos” consejeros desconocen el significado de la sustentabilidad, la preocupación “casi obligada” que deben tener los estamentos, privados, estatales y académicos con sus stakeholders.
Al parecer, nadie les ha comunicado que ese principio de sustentabilidad es requisito para ingresar a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico OCDE (grupo selecto al que nuestro país pretende llegar a fines de este año). Frente a esto, tan cegados están los cuatro presidenciables que sólo se han dedicado a actuar como verdaderos niños con juguete nuevo, que no son capaces de mirar con altura, sino más bien caen en bajezas, ataques sin sentido y nada constructivos.
Me pregunto si será que, aún somos un país de democracia inmadura en la cual no somos capaces de entender que quien nos gobierna debe ser evaluado por sus condiciones humanas, destrezas de gobernabilidad, manejo y credibilidad, transparencia, capacidades socialmente responsables, y jamás hacer honor al dicho del Padre Gatica “que predica y no practica” y menos caer en colores políticos, ya que éstos no te hacen ni más ni menos apto para el cargo.
Respecto a las tareas del Estado, es necesario que éste piense en montar un Ministerio de Responsabilidad Social, que vele por la sustentabilidad del país, que dé las directrices al accionar transparente de Chile, que tras el encuentro de Copenhague en Dinamarca (ratificación y re estudio del tratado de Kyoto), tome las riendas de los temas ecológicos que nos atañen a todos.
Coloco otra interrogante a los lectores, somos capaces de tener una relación abierta y fuerte con los trabajadores? Y éstos, son capaces de dejar de ver colores políticos y dedicarse a ver propuestas y personas?.
Dejo esa interrogante planteada más bien para soñar con la posibilidad de ver realmente una propuesta seria y no más chimuchina como la que hemos tenido hasta ahora. ¿Será mucho pedir?, espero que no, porque así como vamos, hoy por hoy, mi voto y creo que no solo el mío sino que el de muchísimos más, será Nulo.