
Ayer fue el juicio en contra de Sergio Hijerra Velquén, el joven que el 9 de octubre del año pasado conducía en estado de ebriedad, y a más de 110 kilómetros por horas en calle Magallanes, el vehículo Daewoo Racer que estrelló contra un árbol, frente al Instituto Sagrada Familia.
El fiscal le había ofrecido el mes pasado, cuando se hizo la audiencia de preparación de juicio, un “procedimiento abreviado”. Si lo aceptaba, incluida su responsabilidad en el fatal accidente, Rammsy bajaba de cinco a cuatro años le pena solicitada, más la suspensión de la licencia de conducir por un año.
Finalmente se llegó a un juicio oral, procedimiento que se realizó ayer, donde los jueces Juan Santana, Jovita Soto y Luis Álvarez terminaron condenando a Hijerra por la conducción y muerte de Ricardo Ojeda Cárdenas. Los años de presidio que le van a imponer se conocerán el próximo lunes, a las 17.30 horas.
Emotivo testimonio
Una de las personas que la fiscalía convocó al estrado a declarar fue Guillermina Cárdenas, madre del joven fallecido.
Llamó la atención la entereza con que enfrentó cada una de las preguntas del fiscal y del abogado defensor del acusado, Cristian Opazo. En ningún momento mostró un “quiebre”, respondió muy serenamente, y partió su intervención recordando lo acontecido las horas previas al fatal accidente.
“En pijama”
“Mi hijo estuvo trabajando en el taller (mecánico) y al llegar a casa llegó con las manos sucias, así que le pedí que se bañara porque lo esperaba para cenar”. Dijo que después de comer Ricardo se recostó en el sillón del living. Estaba cansado y quería acostarse temprano.
“Estábamos mirando televisión cuando sonó su celular (eran aproximadamente las 22.30 horas). Mi hijo habló con alguien y escuché que le decía que no quería salir porque estaba en casa, cansado y en pijama”.
La madre indicó que después el hijo recibió otras dos llamadas. La tercera fue la vencida. “Escuché que respondió: bueno, ven a buscarme en diez minutos”.
“¿Para qué vas a salir?”, le indicó la mujer, pero la advertencia de la madre de nada sirvió porque Ricardo tenía el destino marcado. Recién volvió a saber de él cuando a las 5 de la madrugada tocaron a su puerta y un amigo le avisó que el hijo estaba en el hospital porque había sufrido un violento accidente. Al principio le costó reconocerlo, porque sabía que él había salido sin su auto.
Pidió un taxi y al conductor le preguntó si sabía de algún accidente. La primera señal se la entregó esta persona que le confirmó que dos personas habían protagonizado un violento choque y que una estaba muy grave. Era su hijo que había perdido una de sus extremidades inferiores y su estado era crítico, al punto que días después falleció en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del hospital regional.