
Las contradicciones del presidenciable de la Concertación son inaceptables para quienes somos parte de la cultura progresista de izquierda. Es decepcionante la utilización que hace Eduardo Frei de la figura del Presidente que murió en La Moneda por defender la democracia. Este intento de aproximarse electoralmente a la izquierda usando la imagen de Allende y por otro lado, sin trepidar, descalificar su legado, es claramente una incongruencia que devela a los ojos de la comunidad nacional e internacional cuales son las transgresiones a las que está dispuesta la dirigencia de la Concertación para persistir en el poder. Si al menos Frei tuviera la capacidad de hacerse cargo de su propia responsabilidad histórica en el quiebre institucional que vivió el país el 11 de septiembre de 1973, pudiese uno con ojo crítico entender su contradictorio decir como parte de la legítima diversidad para escrutar la historia. Salvador Allende es reconocido nacional y mundialmente por su trayectoria, por su consecuencia, por 50 años de lucha junto a su pueblo, por mayor justicia social. Allende ocupa junto a otros pocos, un lugar en la conciencia universal que sólo es posible cuando se ha entregado la vida en defensa de los intereses colectivos que se ha prometido defender. Frei habla con su verdad, con la comprensión parcial de los hechos, cuando descalifica el Gobierno de Salvador Allende, pero habemos quienes entendemos desde toda objetividad que los logros de su Gobierno como lo fue la nacionalización del cobre entre muchos otros, siguen hasta hoy permitiendo que Chile como Estado-país cuente con los recursos para invertir en más y mejor infraestructura y sobre todo en el área social como lo ha hecho el Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet. Una de las contradicciones vitales de Frei en su intento de retornar a La Moneda, se expresa en que un día se levanta como un autoreferido sucesor de Allende y al siguiente como un enconado detractor de su Gobierno, esto es insoportable, ya que en ello pone de manifiesto la mera utilización electoral de los símbolos de la izquierda que él hace. Más allá de las cúpulas de los anquilosados partidos, tengo la certeza que la izquierda como parte importante de la conciencia colectiva chilena y magallánica, el 13 de diciembre optará por el camino que la dignifique, que reconozca su contribución, su vigencia y comparta el sueño de una sociedad justa. El foro de Anatel sirvió para aclarar dudas.