
Los expertos coinciden en que la repitencia no es una noticia que se conoce a fin de año cuando se calculan los promedios. Muy por el contrario, algunos afirman que desde la primera entrega de notas se puede prever la situación que arrastrará un alumno durante el período académico.
Es importante tener claro que llegar a repetir un curso es el desenlace de un proceso que fracasó, puesto que no se le puede atribuir la responsabilidad sólo al alumno, sino que los padres y el establecimiento también fallaron en su labor.
“La repitencia es un resultado de varias situaciones, no es un hecho puntual. Por ello para padres ni hijos debería ser una sorpresa”, manifestó el sicólogo Eduardo Pino.
Lo recomendable es que los estudiantes que presentan dificultades con sus calificaciones repitan en el curso más bajo, no que pasen de curso con las notas mínimas, puesto que después se hace más difícil vivir el proceso de tener que realizar el mismo nivel por segunda vez.
Explicaciones
El profesional aclaró, además, que es fundamental detectar las razones que originaron el mal resultado académico del niño o joven, las que pueden estar ligadas a la inmadurez, a problemas específicos de aprendizaje y a no haber estudiado, pero esta última situación “no se produce por nada, es una muestra de descompensación emocional”, detalló Pino.
En el caso de que se trate de un problema emocional o de depresión lo recomendable es contar con la ayuda de un sicólogo, ya que el hecho puede ser una luz de alerta de un conflicto interno más profundo.
Si se presenta un Trastorno Específico del Aprendizaje, es adecuado que el alumno asista a un establecimiento especialista en el tema y que se le sume apoyo del sicopedagogo.
Adultos
Muchos padres no saben cómo afrontar y manejar el fracaso escolar de un hijo, y menos asumen la responsabilidad que les toca al respecto.
Por esto la repitencia no es un hecho que sólo deba ser tratado con los alumnos sino que los adultos también requieren de orientación, puesto que algunos pierden de vista el mensaje que está transmitiendo el hijo con la reprobación y sólo les preocupa “el qué dirán”.
Aparentar para muchas familias es algo cotidiano, por lo que afrontar el fracaso escolar de un hijo se vuelve un conflicto mayor, que genera problemas adyacentes que finalmente necesitarán de apoyo profesional.
Además, en estos casos descargan su propia frustración y culpan a los niños o emiten severos juicios en contra de ellos, palabras que afectan gravemente su seguridad y autoestima.
Este es el camino errado para salir adelante, sin embargo el sicólogo aseguró que “los padres sí pueden criticar a sus hijos, hacerles ver el problema, pero siempre entregándoles el apoyo para que superen la situación”, recomendó el académico.