
Más allá de aplicar la norma 17.798, que prohíbe la fabricación, distribución y comercialización de fuegos artificiales en nuestro país, el objetivo es hacer reflexionar a la comunidad acerca del daño que puede causar a los menores de edad – igualmente a los adultos – el manejo de un elemento incendiario que una vez encendido, se torna incontrolable, comenta el Subprefecto de Los Servicios de Carabineros, Teniente Coronel Ricardo Contreras.
Es indudable que llaman la atención los artefactos que emiten luces de colores, o que tienen además efectos sonoros, que se elevan y estallan en chispas incandescentes. “El problema nace cuando revientan en la cara, piernas, brazos o manos de quien los manipula, causándole graves quemaduras en la piel o a veces afectando importantes órganos como los ojos o los oídos. Por unos minutos de diversión, comienza una pesadilla que puede durar meses o años de rehabilitación”, indica el oficial.