
Desde el año 2003 han acogido en su hogar a más de una veintena de niños que han sufrido abandono o sus hogares biológicos no los han podido acoger.
“Los primeros casos de adopción eran chocantes. Nos llamaban desde los tribunales y en 20 minutos ya teníamos un niño en brazos”, recuerda Concha.
Sin embargo, el sistema se ha perfeccionado con el tiempo y actualmente las cosas son diferentes.
“Ahora por lo menos avisan con 15 ó 20 días de anticipación, entonces uno puede preparar el hogar para acoger a los niños. Eso se logró luego de tanto reclamar en las reuniones”, agrega Quintellana.
La mayoría de los niños que llegan hasta el hogar de los Concha-Quintellana es por abandono.
“Muchos los dejan abandonados en el hospital y cuando ya no hay más cupo en el Hogar Ignazio Sibillo recurren a uno”, explica Concha.
Hay niños que han pasado bastante tiempo junto a la familia antes de que encuentren un hogar definitivo, por lo que es inevitable no encariñarse.
Incluso varias veces los niños acogidos han vuelto a la casa en brazos de sus padres adoptivos para conocer el hogar que los acogió en sus primeros meses de vida.
“La otra vez vino el matrimonio que adoptó a la Paula. Nosotros la criamos cuando era guagüita y ahora ya camina”, comenta con ternura Mirtha Quintellana.
“Pero ahora se llama Nicole Victoria. Nosotros le pusimos Paula, pero la verdad es que muchos de los niños llegan como N.N. y sólo cambian su condición cuando son adoptados definitivamente”, aclara Juan Carlos Concha.
Los niños pasan entre dos y cuatro meses, pero “los primeros niños pasaron años junto a nosotros. La Alina estuvo dos años y siete meses, Carolina pasó casi tres. Ahora el ‘Chumi’ lleva casi seis meses acá con nosotros”, comenta Juan Carlos Concha.
“Chumi” llegó el 19 de junio al hogar de los Concha-Quintellana. Es uno de los pocos bebés que no ha llegado en mal estado.
“Los que llegan por estar en condición de riesgo social llegan sucios, con piojos y cosas así”, comenta Concha.
Quintellana aclara que sólo reciben menores entre cero y cinco años de edad, porque “más grandes es mucho más complicado”.
El Proyecto Nazaret aporta leche y pañales, más una cuota de dinero para solventar algunos gastos de los bebés. “Nosotros les conseguimos ropa, porque cuando salen del hospital no traen nada.
La familia cree que seguirán por bastante tiempo realizando esta tarea, que los ennoblece.