
La expedición neozelandesa hizo el hallazgo de cinco cajas de whisky y dos de coñac en la Antártica, que fueron enterradas a principios del 1900, por Ernest Shackleton propietario original de las mencionadas cajas, el explorador que intentó conquistar el Polo Sur entre 1901 y 1916.
Las cajas pertenecen a las marcas Chas Mckinlay & Co. y a The Hunter Valley Distillery Limited Allandale, esto es definido como un descubrimiento increíble, considerando que se puede recuperar la fórmula para continuar con la fabricación.
Los neozelandeses llegaron hasta el continente blanco a restaurar una cabaña que fue usada por el famoso explorador polar Ernest Shackleton hace más de 100 años, el hielo hizo que se quebraran algunas de la botellas que habían sido abandonada ahí en 1909, cuando la expedición tuvo que marcharse, ... pero los restauradores dijeron que confiaban en que las cajas contenían algunas botellas intactas, ya que pudieron escuchar el líquido cuando se movía.
Inmediatamente que trascendió la noticia el Whyte & Mackay, comenzaron la campaña para tratar de recuperar las botellas de la bebida para hacer las pruebas y decidir si vuelven a lanzar esa mezcla en especial, ya que la receta estaba perdida.
Las cajas estaban bajo el piso de madera de la cabaña, y aún cuando habían visto algo enterrado en 2006 no fue hasta hace unos pocos días que pudieron sacar el preciado botín, para ello tuvieron que taladrar el hielo y extraer algunas, ya que el resto deberá permanecer donde están, respetando así las reglas de conservación del tratado antártico.
Por su parte Richard Paterson especialista de mezclas de la compañía Whyte and Mackay, empresa que originalmente proporcionó al whisky Mackinlay para la expedición de Shackleton, describió el descubrimiento como un regalo del cielo para los amantes del whisky.
La idea es que los contenidos puedan confirmar y extraer y analizar de forma segura, la mezcla original, que podría ser replicada, como la receta original ya no existe. Sería una forma de abrir una puerta a la historia.
Shackleton abandonó su sueño de conquistar el Polo Sur, pero no sus ansias de viajar. Por ello, en 1921 embarcó nuevamente con la intención de cartografiar la Antártica con mayor precisión. Sin embargo, a bordo de esta nueva expedición, en 1922, un infarto le quitó la vida al incansable exlplorador.