
Carlos Rowland, director del Servicio Agrícola Ganadero (SAG) de Magallanes hasta el 31 de diciembre de 2009, ocupó ese cargo por alrededor de diez años, un extenso período que finalizó repentinamente, incluso obligando a dejar un puesto interino en su reemplazo.
A pesar de que fuentes internas al organismo aseguran que en un principio realizó una gestión destacable, donde se notó el trabajo y el ímpetu por mejorar el nivel de la sede regional, durante su último tiempo como director se vio involucrado en diversos hechos que lo obligaron a trasladarse más de una vez desde su oficina en avenida Bulnes hasta tribunales.
Sólo hace falta hacer un poco de memoria para recordar el problema que tuvo con el ganadero Alfonso Campos en 2007 y 2008, a quien demandó por injurias y calumnias luego de generarse un incidente por la obligada acción antiparasitaria realizada por SAG a los animales del empresario, sin su autorización.
Este fue un hecho público, sin embargo, los funcionarios de la entidad aseguran que con los años cambió su personalidad y se comenzaron a hacer más frecuentes en Rowland las actitudes autoritarias e incluso soberbias al interior de la oficina.
Pareciera que los comentarios sobre el supuesto mal ambiente laboral llegaron a oídos del nuevo director nacional del SAG, Víctor Venegas, quien no respaldó la continuidad en el cargo de Rowland, ni siquiera durante los tres meses que restaban para que llegara al poder el nuevo gobierno y se conocieran los posibles cambios de personal.
Para su mala suerte, el director interino, Jaime Briones, a los diez días de haber asumido el cargo, recibió la noticia que una de sus funcionarias iba a ser objeto de sumario, puesto que no había regresado a sus funciones el día que finalizaba su licencia médica, y sólo volvió a presentar una diez días después. Es decir, durante todo ese lapso de tiempo no había justificado su ausencia a trabajar.
Se trataría de la secretaria de Carlos Rowland, quien según fuentes al interior del SAG llevaría años en esta situación.