Algo sobre “la Historia” por Rodrigo Cárcamo Hun

General
27/04/2010 a las 19:29
Con el advenimiento del manoseado Bicentenario cabe preguntarse la naturaleza actual de la historia. Su función, es -como decía Collinwood- conocer que es ser hombre, el tipo de hombre que se es y la diferencia constitutiva de uno con respecto al otro en la plenitud del suceder. Con ello, concretizar el presente en función del pasado, mirando hacia el futuro, como también, por medio del presente, analizar ese mismo pasado individual y gregario. En otras palabras, enterarse en sí mismo de la propia realidad como también formalizarse en la aceptación de una ética intrínseca que conlleve, por esta misma aceptación, a la legitimación o deslegitimación de las plurales identidades del entorno; o por uúltimo la concientización de su presencia próxima a uno mismo. Sin embargo, implantar esto es pretencioso en una ya conceptualidad de “historia oficial” y positivista institucionalizada en la educación formal (miserable, salvable o “anestesiante”), famélica de revisionismo no peyorativo y crítica. Historia institucionalizada hija del poder fáctico (“herederos” de la tradición y por ese motivo, según ellos, de la verdad) y con el tiempo madre del conformismo y de la verborrea arrogante de los que se hacen (o hacían) llamar progresistas y liberales. ¿Lo que han logrado? Perpetuar visiones tendenciosas a la homogeneidad en el entendimiento y asimilación de la historia bajo el paternalismo de conceptos como estado -nación, política, religión y militarismo; discriminatorio hacia la formación de una historia social. Por ello tantos “héroes” sobrevalorados (Prat), acontecimientos sublimados (batallas independentistas), lemas fantasiosos (“Siempre vencedor, jamás vencido”) o memorias apropiadas ilegítimamente (Lautaro como chileno) y a la vez tan pocos interesados en ello. Por lo tanto, cuando se fomente desde los gobiernos la aceptación y la transformación de lo ya mencionado, será posible recién ahí una valoración de la cultura e identidad de los obviados por la historiografía oficial del país. Esto posibilitaría a la vez tres eventos; la consideración seria en la educación de la historiografía “desde abajo”, la mutación de ese carácter historiográfico a uno también oficial, pero ahora plural e integral y una transgresión a la restricción de la ciudadanía política y social, como lo definiría T. H. Marshall.

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