
Frank Sanhueza, Director de Ingeniería Civil de la Universidad Andrés Bello, comenta que los daños más recurrentes se registraron en viviendas que tenían ampliaciones. Por ello, se hace urgente tomar conciencia de algunas recomendaciones como contratar siempre a trabajadores que tengan conocimientos formales de construcción y comprobada experiencia. Muchas ampliaciones que habían sido hechas por maestros informales o también denominados “chasquillas”, colapsaron para el terremoto, porque no se unieron adecuadamente a la construcción original.
Sanhueza aconseja tener claro antes cuánto se quiere invertir y para ello consultar a un ingeniero constructor o arquitecto, para que dé una solución al plan trazado y luego los maestros lleven a cabo este proyecto. Sin embargo, esta labor debe estar continuamente supervisada por el profesional a cargo.
¿Madera, concreto?
Pese a que la evaluación debe hacerla un experto, el académico explica que se habla de daño estructural cuando se puede apreciar completamente la losa, se parte el piso y hay presencia de grietas o desniveles. Lo más importante es fijarse en las vigas (pilares) y cadenas, que estén intactas. “Generalmente, casi todos los edificios y casas se pueden reparar a menos que colapsen”.
Pero ¿Existe algún material de construcción mejor que otro? o ¿Hasta cuántos pisos es factible construir de manera segura? son algunas preguntas recurrentes a la hora de elegir si optar por una vivienda o un departamento.
El experto aclara que por norma, todas las construcciones deben cumplir. Pero, en general, las casas de un piso resistieron muy bien este gran sismo, registrando los problemas sólo en sus ampliaciones. Los edificios tuvieron mayor daño los que superan los 10 a 15 pisos de altura; mientras que las viviendas de madera presentan una ventaja: son muy flexibles y livianas, lo que las hace tener un comportamiento adecuado ante este tipo de situaciones.
“Después de los eventos que ocurrieron la madrugada del 27 de febrero, pudimos observar cuan frágil puede resultar nuestra supuesta seguridad. Hoy más que nunca comprendemos que el momento para prepararse para la catástrofe no es la prueba misma, sino que mucho antes, al esforzarnos por hacer las cosas bien”.
Dominado el concepto de evitar el colapso total, precisa, se hace necesario avanzar para evitar daños severos en nuestras estructuras frente a solicitaciones sísmicas. Seguramente, el acuerdo entre los académicos y profesionales que modifican la norma será subir los requisitos de capacidad resistente para que las estructuras puedan mantenerse en operación después de un sismo, minimizando los daños. Esto implica, sin duda, mejorar los controles de calidad en la construcción, complementar los estudios de mecánica de suelos con estudios geológicos, invertir en investigación para lograr una adecuada microzonificación sísmica en las grandes ciudades de nuestro país, por nombrar algunas medidas.