
Es así como a eso de las 16.30 horas de ayer, arribaron a la Población Archipiélago de Chiloé funcionarios de Salfa y el municipio, quienes en un recorrido completo por la edificación afectada y en compañía de los propietarios Virginia Vargas y José Pérez, realizaron una observación a la mayoría de los departamentos, poniendo especial atención a los ubicados en el último piso.
“Ese fue el momento apropiado para que los de Salfa se pudieran dar cuenta de que las viviendas no estaban tan bien construidas como ellos creían”, aseveró Vargas al término de la visita.
De acuerdo con la conversación que sostuvieron posteriormente los propietarios con el municipio, se llegó a la conclusión de que el inmueble debía ser reparado por la constructora dentro del plazo más corto posible.
De este modo, Salfa se comprometió a culminar los arreglos dentro de los próximos cinco días -siempre y cuando las condiciones del tiempo lo permitan-, lo que incluye, igualmente, la respectiva reposición por daños materiales, es decir, reemplazo de los enseres destruidos como las camas y la computadora de su hijo de 11 años.
Asimismo, correrá con los gastos del arriendo del departamento que la municipalidad gestionó mientras se les haga entrega de su vivienda reparada
No obstante, pese a la solución que le dieron a esta familia para salir del problema definitivo, Vargas aún no se siente satisfecha con la respuesta, pues afirma que si solamente arreglan y no toman las medidas preventivas para soportar los fuertes vientos, ella no volverá a vivir allí.
“Aquí el problema es el viento y las ventanas que prácticamente van a explotar, y si eso continúa ni yo ni mi familia vamos a venirnos para acá. A mí me da mucha pena todo esto, porque a pesar de que soy pobre tenía un lugar digno para vivir y ahora ya no lo tengo”, manifestó la propietaria.
Daño moral
Para Virginia Vargas, el hecho de no tener un lugar fijo donde vivir durante mucho tiempo, ya le ha empezado a pasar la cuenta en términos psicológicos.
Esta pareja de temporeros de las pesqueras después de tanto tiempo de permanecer arrendando viviendas, cumplían su sueño de la casa propia cuando en 2008 les entregaron el departamento por el cual ahorraron durante cuatro años.
Hoy, y después de dos años ya no lo tienen y piden un hogar nuevo, es por ello que pensaron en llevar el caso a la justicia por todo el perjuicio que causó el incidente en la integridad psíquica de Virginia y sobre todo de su hijo.
“El ruido es tan atroz con los vientos que mi hijo no quiere volver, dice que le da susto, y para nosotros ha sido difícil, porque hemos estado cambiándonos de aquí para allá, y queríamos que esto fuera para siempre”, dijo la mujer.
Sin embargo, ya renunciaron a la idea, porque según señaló, necesitan una solución habitacional ya, debido a que no quieren pasar el invierno ilusionados a la espera de una pronta respuesta.