“Este asalto lo cometí solo. Mi intención era robar y matar para que no quedaran huellas”, fue la impactante confesión que entregó a Carabineros Cristian Oyarzo Vidal, detenido como autor del asalto que el lunes en la noche sufrió un colectivero.
Lo más curioso de todo fue que después de perpetrar el atraco se arrepintió de lo que hizo y llamó tres veces al 133 de Carabineros (a las 20,16; 20,28 y 20,34 horas, según registros de la Cenco), confesando a la policía que poco antes había cometido un asalto y que estaba dispuesto a entregarse para colaborar con la investigación.
En el control de detención, el fiscal Fernando Dobson lo formalizó por robo con intimidación en grado de consumado, delito que no tuvo inconveniente en confesar a la policía: “Salí de mi casa con la intención de ir a cogotear al centro de Punta Arenas. Estaba oscuro y de la cocina saqué un cuchillo grande de mi papá. En la calle, que baja por el barrio chilote, donde están los departamentos, me encontraba solo y no tenía plata. En esos momentos hice parar un colectivo que iba al centro. En el asiento de adelante viajaba una señora de pelo largo. Me senté atrás del chofer. Anduve muy poco en el colectivo y no recuerdo que línea era. Solamente quería asaltar a alguien, porque tenía ganas de ver sangre. Luego, cuando estaba en el colectivo, saqué el cuchillo que guardaba en el antebrazo derecho y se lo puse en el cuello al conductor. En esos momentos el chofer frenó y la mujer que iba adelante se bajó  y salió corriendo, no hizo nada”.
El conductor le agarró el brazo, pero no le pudo quitar el cuchillo. Incluso, en esta maniobra, la víctima se lesionó la mano. “Le dije pásame todas las monedas antes de que te cague a puñaladas. Me entregó el dinero y me bajé. Luego fui al único negocio que vende copete en el Archipiélago de Chiloé, “El Amanecer”, donde compré una cerveza de litro”.
Al llegar a su casa dice que se mostró arrepentido por lo que había hecho, y mientras bebía la cerveza decidió llamar a Carabineros. “Tres veces seguidas me comuniqué al 133 diciéndoles que había asaltado a un colectivero y que me quería entregar. Luego llamé de mi celular y me dijeron que irían, pero me desesperé y comencé a golpear algunos muebles de mi padre”. Al llegar la policía les indicó que en la zapatilla derecha, debajo de la plantilla, guardaba los 20 mil pesos que le había robado al colectivero.
En la declaración que Cristián Oyarzo entregó a la policía uniformada dejó muy en claro que: “Este asalto lo cometí solo. Mi intención era robar y matar para que no quedaran huellas”.
Víctima
El colectivero señaló que en las calles Chonchi y Ancud se subió a su vehículo un pasajero, que vestía buzo deportivo de color negro, el que se sentó en la parte trasera. “Luego de haber recorrido unos cien metros, llegando a Patagona, el sujeto me puso el cuchillo en la garganta y yo, con ambas manos, tomé el arma de la hoja para que no me cortara el cuello. Y con las piernas empujé muy fuerte hacia atrás  mi asiento, quebrándose el respaldo, momento en que el delincuente me pedía que entregara la plata”.
Para evitar un mal mayor decidió pasarle la recaudación, que bordeaba los 15 y 20 mil pesos. El colectivero entregó estos antecedentes a Carabineros, lo que sumado a las llamadas telefónicas que hacía el propio imputado, donde confesaba su fechoría, procedieron a la detención del antisocial.
Esta persona, siendo menor de edad, fue condenada a tres años de presidio por robo con intimidación, bajo el régimen de libertad asistida especial. Además, registra una causa por lesiones menos graves en contra de su padre y otra por el delito de hurto-falta.
El juez consideró que su libertad constituye un peligro para la sociedad y lo envió a cumplir prisión preventiva.