
No obstante, para el secretario general de la Corporación Municipal, Orlando Estefó, el análisis debería contener ciertas observaciones antes de hablar de mejores y peores puntajes.
Por ejemplo, manifestó que la relación directa entre los resultados académicos, las condiciones socioeconómicas de los alumnos y el efecto de selección de estudiantes que realizan algunas entidades, introduce elementos distorsionadores en la interpretación de los promedios alcanzados.
“Hay que tener claro que no se puede realizar comparaciones de resultados entre establecimientos con distintos niveles socioeconómicos promedio de sus alumnos, con los que seleccionan a los estudiantes al momento del ingreso y con los que se deshacen de escolares con malos resultados académicos”, enfatizó el secretario.
Asimismo, aseguró que la utilidad del Simce es que permite medir el progreso de una misma institución a través de los años, al tiempo que otorga la posibilidad de confrontar porcentajes entre establecimientos con características similares.
Según Estefó, “el sistema tiende a la división y competencia extrema por mostrar mejores resultados. Lo que nos va a llevar a tener un sistema educativo donde los alumnos son clasificados por clase o categoría”, aseguró.
Esta calificación sería, a juicio de la autoridad: colegios de primera clase, caracterizados por una condición económica alta, selección académica y conductual; de segunda clase con condición económica media, selección por resultados académicos y conductuales: de tercera categoría, condición económica media y baja, con selección académica y conductual, y finalmente los de cuarta categoría con condición económica media y baja, sin selección académica ni conductual.
Finalmente, manifestó que para mejorar los resultados de la prueba se requiere un cambio en la estructuración del sistema educacional chileno, el que debería promover un modelo de establecimientos con acceso más equitativo en sus métodos de matrícula, sin barreras económicas, intelectuales o físicas.