Dinámica del duelo por Evelyn Gómez Castro

General
15/07/2010 a las 19:01
Cuando un ser querido nos deja  sorpresivamente, no hay consuelo que nos llene el vacío que nos queda en el alma. Cada uno de estos decesos deja una huella en  nosotros que cuesta transformar en una experiencia de aprendizaje positivo. El dolor es tan grande, que  lo vivimos como insoportable e infinito. Cuando alguien, significativo e insustituible fallece, comenzamos el camino del duelo; sin dudas es un camino difícil, donde todas nuestras herramientas personales y sociales nos sirven para movilizarnos entre la luz, la oscuridad, el miedo, la soledad y la incomprensión. Es aquí donde todos los procesos convergen; los cósmicos, biológicos, culturales y espirituales, mezclándose en un espiral en movimiento sostenido de expansión y contracción. Al inicio del proceso de duelo, desplegamos nuestras emociones ligadas a la pérdida: pena, dolor, llanto, ira ante el vacío y el abandono recurrente; la búsqueda del ser perdido se realiza en los espacios externos e internos, con imágenes vividas – los niños juegan o conversan con madres o abuelos que murieron-, sentimos que debemos buscar las causas de los hechos desafortunados, otras veces queremos venganza; nos retraemos y concentramos en nosotros mismos, elaborando el final de una relación, y dando oportunidad a la reparación. Es difícil explicar, que pareciera que mantuviéramos comunicación verbal y no verbal con los muertos, en vigilia o en sueños; establecemos comunicación a distancia en el momento de la muerte del ser querido. Visibilizamos la trascendencia y el retorno.  Sin embargo, también podemos visualizar vivencias de pánico, pena y desánimo profundo. La persona fallecida se lleva en la piel, en el alma, en los gestos. Se conservan sus costumbres, y ritos.
Resulta importantísimo poder compartir con otros estas experiencias extraordinarias, porque establecemos formas creativas que combaten el estancamiento y permiten la fluidez emocional para el entendimiento personal en el proceso del duelo. Cada uno de nosotros puede ser simbólicamente “un abrazo que contiene” y acoge las diversas expresiones emocionales de soledad, perplejidad y desamparo. Sostenemos a una persona que se quiebra. El duelo es un cambio en medio de fuertes emociones, una adaptación de sistemas vivos, un aprendizaje y el paso a nuevas soluciones o a la creatividad reparadora o trascendente. Es un espacio capaz de producir alivio.

PUBLICIDAD

Pingüino Multimedia entrega este espacio a su público para la expresión personal de opiniones y comentarios apelando al respeto entre unos y otros desligandose por completo por el contenido de cualquier comentario emitido.

Comentarios


comments powered by Disqus
Más noticias
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD