
El fuego comenzó en una pequeña dependencia interior, ocupada por el hijo Marcelo Arismendi Ayancán, quien encendió un calentador a leña, lo que terminó por desatar la tragedia.
“Estábamos los dos en la cocina, recordó la madre, cuando de pronto mi hijo me dice voy a prender fuego a mi pieza y después hacemos comida. Yo preparé unos churrascos, pero le pedí que los friera para que nos acostáramos temprano. Él se fue a su pieza y de repente entró gritando, agua, agua. Le pregunté para qué y al salir a mirar estaba todo envuelto en llamas”.
Viendo que no tenían nada que hacer, Liliana tomó a todos los niños y los sacó fuera. Pero antes tomó una olla con agua que había en la estufa, probablemente para sofocar las llamas, pero lo único que consiguió fue quemarse. De esto recién se dio cuenta en la casa de la vecina que la acogió ya que la mano le ardía.
Por eso ahora, ya más tranquila, se atreve a señalar: “Nos salvamos por milagro, sobre todo porque los niños estaban despiertos, pero los pudimos sacar a tiempo, ya que fue lo único a lo que atiné en ese momento”, resaltó Liliana Ayancán, quien encabeza la lista de personas damnificadas, más sus hijos Marcelo y Janet Ulloa (guardia de seguridad de la intendencia), más los hijos pequeños de ésta, Dafne (8 años), estudiante de segundo básico de la Escuela Patagonia; Antonio (4 años), asiste al Jardín Magallanes; Pía Javiera y Benjamín (gemelos de dos años), la primera asiste al Centro de Rehabilitación y el hermanito al Jardín Magallanes.
El esposo de Liliana Ayancán, Antonio Ulloa, estaba en Río Gallegos y ayer regresó a Punta Arenas.