El 6 de octubre de 1984 los vecinos del barrio 18 de septiembre tuvieron un abrupto despertar. Desconocidos habían instalado un artefacto explosivo, el que detonó cuando lo estaban manipulando, y la onda expansiva estremeció los cimientos de la emblemática.
Han pasado treinta años de este sangriento e impactante hecho que estremeció a los magallánicos.
Pingüino Radio tomo contacto con el obispo emérito, Tomas González, y recordó que ese 6 de octubre de 1984 se encontraba en Porvenir, realizando una visita pastoral, y apenas le comunicaron lo sucedido regresó a Punta Arenas. “Me encontré con la destrucción de la mitad de la iglesia Fátima. El párroco Jorge Murillo se encontraba en Santiago y recuerdo que extendimos un mantel de la parroquia para recoger los restos de la persona fallecida, que había puesto la bomba. Aquello me impresionó mucho, porque el cuerpo quedó esparcido por todos lados”.
Recordó el pastor que gracias a que en medio de los escombros un vecino encontró una tarjeta de identificación, y a los posteriores análisis que se realizaron, fue posible saber que la persona que había fallecido era un teniente de Ejército, integrante de la entonces Dirección de Inteligencia, identificado como Patricio Contreras Martínez.
Tomás González Morales lideraba en esos difíciles momentos
de la historia de Chile la Iglesia Católica en Magallanes.
En febrero de 1984, cuando se produjo el llamado “Puntarenazo”, cuando el
general Augusto Pinochet visitaba nuestra ciudad, fue pifiado y agredido
verbalmente en la Plaza Muñoz Gamero por un grupo de personas que terminó
refugiándose en la iglesia Catedral.
Esto produjo la ira del gobernante y ocho meses después, el 6 de octubre de ese
1984, vendría lo que algunos llamaron la represalia con el llamado “bombazo de
Fátima”.
Tomás González reconoce que este fue un episodio muy fuerte
para la Iglesia y que tiempo después, personas del Ejército le confesaron, pero
en forma muy privada, que el atentado había sido una venganza por el
Puntarenazo, porque en la Parroquia Fátima estaban Jorge Murillo y Marcos
Bubinic, sacerdotes que siempre fueron sindicados como personas que influyeron
en la protesta contra el general Pinochet.