Es un material más barato que el concreto; parece ser de más fácil y rápida aplicación, entre otras ventajas.
Pero su duración es inferior a la de los pavimentos de hormigón y eso puede apreciarse si se realiza un recorrido, aunque sea rápido, por el centro de Punta Arenas, donde algunas arterias de alto tráfico han sido pavimentadas con asfalto.
Por ejemplo, en la esquina de Balmaceda con España, hacia el mar, puede apreciarse un “trío de hoyos”, sumamente peligrosos porque obstaculizan las dos calzadas de la calle en dirección al mar y obliga a los automovilistas a efectuar maniobras arriesgadas.
Otro tanto ocurre una cuadra más abajo, al llegar a la calle Armando Sanhueza, donde existe una verdadera zanja en período de expansión debido a la lluvia, aunque escasa todavía y la más esquiva escarcha y nieve casi ausente, en este inicio de un invierno tan benigno como el otoño que se fue.
Sin embargo, hay otros puntos donde el pavimento de asfalto está severamente dañado: en 21 de Mayo con Balmaceda; una cuadra más al norte, en Errázuriz con 21 de Mayo y es mejor no mencionar la calle Magallanes, entre Carrera Pinto y Mejicana.
Pero quedan dos arterias céntricas con problemas en sus pavimentos asfaltados.
Uno de ellos es la calle Waldo Seguel, especialmente en la cuadra que va desde Bories (Plaza) hasta Chiloé, donde existen varios hoyos que esperan reparación lo más pronto posible si las condiciones climáticas lo permiten.
Numerosos automovilistas, carros policiales y los padres y apoderados de los estudiantes del Liceo Salesiano San José del Colegio Británico, sufren cada vez que deben transitar por ese tramo de Waldo Seguel y si no doblan al norte, al llegar a Armando Sanhueza deben enfrentar un par de “trincheras” que hasta hace un tiempo sólo eran hoyos antes de llegar a la Avenida España.
Pero la “guinda de la torta” en este recuento de hoyos en el asfalto lo tiene la esquina de José Nogueira con Errázuriz.
Allí las calzadas están severamente dañadas y los peatones y automovilistas deben hacer hábiles maniobras para driblear el mal estado de las dos calzadas.
Sin embargo, son los peatones los que están más expuestos a accidentes porque deben ingeniárselas para cruzar la calle en el lado sur, de playa a cerro o de cerro a playa porque se ha formado una poza de agua escarchada que no sólo huele mal sino que, además, es peligrosa, especialmente si un adulto mayor intenta cruzarla ya que el riesgo de accidente de lamentables consecuencias físicas es real y está allí, a la vista de todos.