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Tres famosas sepulturas reciben miles de visitantes en el Cementerio Municipal de Punta Arenas

cronica
01/11/2016 a las 15:00
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El camposanto local es uno de los mayores atractivos – algunos afirman que el único – que Punta Arenas ofrece a los turistas chilenos y extranjeros.

Joan Manuel Serrat, voz catalana por excelencia, cantó a los “Pueblos Blancos”.
No eran los que, precisamente, se levantan a orillas del mar Mediterráneo y reciben millones de turistas venidos desde los más diversos puntos del planeta.
No, no eran esos “pueblos blancos”, porque el tema musical describe un cementerio que estaba “colgado de un barranco” y que dormía bajo un sol que a fuerza de no ver nunca el mar, se cansó de llorar.
El Cementerio de Punta Arenas es diferente, aunque sea, también un lugar donde abunda el color blanco, en medio de verdes coníferas y flores escasas, aunque sea primavera.
No hay aquí “callejas de lodo y piedra”, sino senderos bien cuidados, con calzadas cubiertas de estabilizado, cuyas piedrecillas hacen crujir los pasos de los dolientes, de los carros mortuorios y de los sesenta mil turistas que llegan cada año hasta el camposanto.
Aquí, en Punta Arenas, el homenaje a los muertos ha dejado valiosos y originales testimonios, pensados, se afirma, tratando, casi, de que perduren hasta la eternidad porque el mármol blanco y negro; el concreto y el hierro es posible apreciarlos desde que se cruza el umbral del pórtico monumental del cementerio municipal.

Algo de historia


Los cementerios surgieron con el inicio de la colonización chilena en el Estrecho de Magallanes y territorios adyacentes.
Se supone que hubo uno en las inmediaciones de Fuerte Bulnes; otros dos, también con ubicación indeterminada en el Barrio Sur, a orillas de un riachuelo que hizo desaparecer el avance urbano, y otro más, en lo que hoy la Plaza Santos Mardones, denominación que reemplazó al de “Lautaro” original.
A partir de abril de l894, la historia de la ciudad de Punta Arenas, puede leerse en las lápidas de 18 mil mausoleos y sepulturas que acogen a unas sesenta mil personas que, alguna vez, residieron y murieron en la capital austral.
Hay apellidos de las más diversas nacionalidades, españolas, croatas, inglesas, francesas, italianas, rusos, griegas, alemanas, rumanas, suizas, escocesas, irlandesas aunque prima la chilena, en general, y la descendencia chilota, en particular.
Esos apellidos dan cuenta de que Magallanes, en general, y Punta Arenas, en particular, fue forjado por un crisol de razas, lo cual le da características especiales a sus habitantes.
Este atractivo turístico tan especial sumará algo nuevo: los tours nocturnos por estos días de homenaje a los difuntos y dado el interés que ha despertado la iniciativa, es de esperar que se repita en el futuro.

Mausoleo misterioso


Es un cementerio dentro del mismo cementerio, con sus verjas de hierro fundido y su portón cerrado con candados que resisten la herrumbre que causa el tiempo y el clima.
El mausoleo que mandó construir, en 1919, al ingeniero austríaco Luis Ragosa fue diseñado por el escultor italiano Juan Bianchi,, en el sector norte del camposanto local por orden, instrucciones y medios de Sara Braun Hamburger, viuda de José Nogueira y conocida como gran benefactora de la ciudad, no sólo contiene sus restos, sino que, también, de quien fuera su esposo, el pionero lusitano José Nogueira, cuyo cuerpo fue traído a Punta Arenas desde Arequipa, donde falleció porque no fue suficiente el tratamiento recibido, especialmente el aire peruano, para curarle su tisis.
Allí también descansan los restos de sus padres, Elías Braun  ySofía Hamburger; los de su sobrino, Juan Carlos Gamier y de otro sobrino.
La singularidad de la construcción funeraria, sus jardines, su arboleda y su aire adusto parecen ser el atractivo mayor para miles de visitantes, durante todo el año.

El sector inglés


El llamado “Sector Inglés” se ubica en la frontera interior con el sector de nichos, y más que inglés, es cosmopolita.
Bajos los cipreses yacen las sepulturas de quienes perdieron la vida en la explosión de la cañonera H.M.S. “Doterel”, destruida por una explosión en su santabárbara, el 26 de abril de 1881, frente al puerto local, causando la muerte de 143 de sus 155 tripulantes, entre ellos su comandante, Richard Evans y sus oficiales.
Los cuerpos mutilados que fueron rescatados, fueron sepultados en el cementerio de la Plaza entonces Lautaro, pero en diciembre de 1936, la tripulación el crucero “Ajax” los trasladó hasta su sepulcro final en el cementerio local.
Cerca de allí, yacen los restos del almirante alemán Maximilian Von Spee, caído en el combate llamado de las Malvinas, cuando su buque, el “Scharnhost” fue hundido por el crucero británico “Invincible”.
En el mismo terreno, yacen los restos mortales del ex combatiente Carlos Strauss y los del marino alemán, avecindado en Punta Arenas, Albert Pagels, “un lobo de mar de los canales” y protagonista de notables singladuras en los mares australes.

Un indio desconocido muy conocido

La fama de este “Indio Desconocido” proviene de la creencia popular que lo considera responsable de muchas intercesiones que han sido calificados como verdaderos milagros en la ciudad, en la región y en el extranjero, atrayendo a miles de visitantes cada año y, literalmente, cada día.
Se ha informado que, en el año 1929, después de que su cadáver fuera retirado de la isla Cambridge, junto al de David Leal, se le dio el nombre de “Pedro Zambra”, pero sin la más mínima certeza acerca de su origen, y fue sepultado en el cementerio local en el mismo ataúd de quien, se supone, era su compañero de labores en la lejana ínsula austral, famosa por su mármol.
Hacia 1950, sobre la sepultura aparecieron velas, una que otra moneda y abundantes placas de agradecimiento “por favores concedidos” y atribuidos a la intercesión del “Indio Desconocido”.
Las velas eran tantas que, ante el riesgo de que las velas pudieran incendiar los árboles más cercanos, en 1983, se decidió darle otra ubicación, y allí, ahora, en el sector que da a calle Bilbao, es objeto de devoción, agradecimientos y, obviamente, de nuevas peticiones.
La estatua de este singular mausoleo fue financiada por erogación popular, a través de las acciones de la señora Magdalena Vrsalovic y de la Cruz Roja; es una obra del escultor Edmundo Casanova y fue entregada a la comunidad el 18 de diciembre de 1969, aniversario de la fundación de Punta Arenas.

Epílogo


Hay muchos otros mausoleos que también reciben visitantes, pero nunca tantos como los tres anteriores ya descritos.
Están los mausoleos de distinguidas familias pioneras- Menéndez, Tafra, Ladouch, Navarro, Cuccuini, Andressen, Depolo, Soto Canalejo,, entre muchos, muchos otros – los de Bomberos, el de los Veteranos del 79, de los Derechos Humanos, de la Armada de Chile, del Ejército de Chile, de las colonias extranjeras, de las Hijas de María Auxiliadora, de los Salesianos.
La historia de la ciudad escrita en las lápidas, en el mármol, en el cemento, en los libros de registro de la administración del cementerio de Punta Arenas.
Pero, retomando a Serrat, “los muertos están en cautiverio y no los dejan salir del cementerio…”

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