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Carpinteros de ribera y operador de grúa vencieron al viento

Instalan vergas en los mástiles de la réplica del bergantín HMS Beagle

cronica
07/11/2016 a las 19:50
11020

El proyecto del empresario Juan Luis Matassi llega a sus etapas finales, a siete kilómetros y medio al norte de Punta Arenas, a orillas del Estrecho de Magallanes. Los hermanos Juan y Miguel Cariñanco Antecao y el operador de grúa Carlos Sepúlveda, ex dirigente de los taxistas locales, asumieron la delicada y peligrosa faena, después de la instalación de los mástiles de la nave.

La construcción de un buque, a escala uno a uno con el original, a orillas del Estrecho de Magallanes, no es una tarea fácil y no sólo por el trabajo que significa hacerlo, sino porque existe un adversario temible para quienes deben trabajar en altura: el viento magallánico.
A veces, los temporales de estos meses primaverales impiden esas labores, pero en otras ocasiones, la calma casi chicha, al decir marinero, permite que la instalación de mástiles y vergas en los mástiles de un navío en construcción, pueda realizarse con dificultades mínimas, pero con el riesgo de accidente pendiendo sobre quienes desafían a Eolo, el dios de los vientos, según la mitología griega.
Y esa tarea, cuyo costo asciende a los 200 millones de pesos, asumida sin otro apoyo que su esfuerzo personal, es liderada por el empresario Juan Luis Matassi y fue realizada por un equipo integrado por los hermanos Juan y Miguel Cariñanco Antecao, oriundos de la isla Puluqui, allá en el archipiélago de Calbuco  y después, hace ya más de una década residentes en Punta Arenas, y el operador de grúas Carlos Sepúlveda, quien fuera dirigente del gremio de taxistas de Punta Arenas y recuerda, con cariño a “Jarita”, otro dirigente gremial “de aquellos años”, lamentablemente fallecido.
Entre mástiles y vergas
La réplica del navío HMS Beagle se construyó en tierra, a escala uno a uno y su casco y sus mástiles se aprecian desde lejos, por el camino antiguo a Río Seco, a la altura del kilómetro 7,5 a orillas del Estrecho de Magallanes.
Allí está instalado un museo de sitio, con réplicas de la nao Victoria, que hace casi cinco siglos singlara al mando de Hernando de Magallanes, quien, junto a sus hombres, descubrió el paso bioceánico que lleva su nombre y al reino de Chile, por el sur.
Y mirando las aguas del estrecho, se yergue la réplica de la goleta Ancud, fundamental en traer la presencia de Chile a estos territorios australes, gracias al esfuerzo de los chilotes que, en su mayoría, la tripularon a mediados del siglo diecinueve.
El HMS Beagle, pocos años después de la llegada de Chile y su gente a Punta Santa Ana, hoy Fuerte Bulnes, también surcó los mares australes, llevando y trayendo al naturalista Charles Darwin, quien no necesita presentaciones mayores.
Los hermanos Cariñanco y Sepúlveda, de la empresa Babani y compañía, completaron hace unos días, la instalación de los mástiles de la réplica del Beagle.
El trinquete, a proa, tiene 26 metros de altura y desplaza unas 2 y media toneladas; el palo mayor se yergue a los 28 metros de altura, con un peso cercano a las cuatro toneladas, mientras que el mesana, a popa, desplaza 700 kilos y tiene una altura de unos 16 metros.
La nave desplaza unas 230 toneladas de registro grueso; mide unos 28 metros de eslora o largo y siete metros y medio de manga o ancho y fue construida con madera de lenga y coihue, calafateada con los modernos productos que desplazaron la brea de otros tiempos.
Por estos días, y aprovechando la falta de viento o períodos de brisa suave, el equipo procedió a instalar las vergas de cada palo, cada una de las cuales puede llegar a medir unos ocho a diez metros y pesar entre 150 y 400 kilos.
Palo macho y masteleros, vergas, cofa y crucetas, más el bauprés, a proa, son fundamentales para  dotar al buque de la necesaria arboladura si alguna vez llegara a singlar las aguas del mar, estirando obenques, jarcias y cabos, izando el velamen que se pudiera requerir.
Una vez que se concluya esa tarea, se darán los toques finales a la réplica del HMS Beagle; se hará la respectiva ceremonia de incorporación al museo de sitio y empezará a recibir la visita de los turistas chilenos y extranjeros y de los estudiantes de los distintos establecimientos educacionales de la zona, tanto en temporada baja como en la alta.
Y no por nada, el año pasado, ese museo recibió a 20 mil visitantes, los que podrían aumentar mucho más si, algún día, ese singular astillero y museo de sitio, es trasladado y abre sus portalones, escaleras de madera y de gato, más cerca del centro urbano de la capital de la Patagonia, pero siempre a orillas del Estrecho de Magallanes.

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