Muchos rubros se han visto afectados por el Covid-19 y uno de ellos sin lugar a duda ha sido la prostitución.
Tomamos contacto con algunas de las chicas de la sección “Top Night”, mujeres que no juzgaremos sino que buscamos conocer sus testimonios de la actual situación de la pandemia bajo su trabajo o servicio, manteniendo la reserva de sus nombres usando seudónimos y contactos.
Marcela es venezolana, llegó hace dos años a Chile y lleva unos meses en Punta Arenas. Llegó a la ciudad antes del estallido social, viviendo de su trabajo hace un poco más de un año.
Su voz es de sorpresa al ser contactada, hace tiempo que no la llamaban a “su número de servicio” por algo que no fuese estrictamente laboral.
“El inicio de la pandemia fue terrible, muchos clientes habituales ya no tenían las citas semanales, pues aunque no lo creas una se hace una cartera rápida en ciudades como esta. Con la cuarentena y el cierre de moteles, tuvimos que usar el ingenio, muchos incluso apelando a sus lugares de trabajo… hasta la hice de secretaria una vez, pero bueno hay que adaptarse al negocio”, comentó Marcela, quien agregó que “el último mes ha sido terrible, he tenido que dejar de enviar dinero a mi familia con la regularidad que lo hacía antes, o sea vivo de mis ahorros y uno que otro ‘cliente’ que me llama y se escapaba de su casa con un salvoconducto”.
Valentina, es chilena, lleva más de una década en el ámbito y afirma “para esto hay que tener vocación”.
“En estas semanas me he mantenido gracias a los ahorros y mis fieles clientes, los cuales siempre hay que tener, uno está expuesta a muchas cosas. Estoy sanita, tengo un trato con un medico, que nos hacemos ‘servicio mutuo’ yo lo atiendo y él me mantiene con mis controles al día”, comentó Valentina, quién añadió que “a pesar de las restricciones nunca falta los que se quieren portar mal, o quieren sus fantasías, eso nos da un poco de trabajo en estos días, pero no como antes, de hecho hasta he hecho encuentros virtuales, por Zoom... hay que adaptarse a los tiempos”.
Finalmente el ingenio y astucia de clientes y chicas son los que han hecho sobrevivir al oficio más antiguo del mundo a la crisis sanitaria y el toque de queda que reina sobre Punta Arenas.
Encuentros
casuales y cada vez más riesgosos, pero con ingenio son las claves para
la sobrevivencia de la prostitución en Punta Arenas en estos días de
pandemia.