Esta es la pregunta frecuente con la cual interpelan a quienes estamos por el Rechazo. Parten de la base quienes así preguntan, que las personas que abrazamos esta opción no queremos cambios; que deseamos mantener el actual estado de cosas en el país; que somos incapaces de ver la realidad tantas veces acuciante de muchos habitantes de nuestra patria y nuestra región. Sin lugar a dudas presuponen sin base por lo demás, que nos oponemos a las transformaciones y de ahí derivan que, por tal razón, no queremos otra Constitución Política. Lo cierto y verdadero es que deseamos fervientemente que a Chile le vaya bien, que en Magallanes se viva tranquilo para poder trabajar y progresar, que nuestra descendencia tenga una buena existencia, mejor que la nuestra.
Por eso la interpelación es opuesta: usted que piensa votar Apruebo en unos días más ¿qué le ofrece al país y qué hará para lograrlo…? Mirando la franja electoral, vi con asombro y pena como se filmaba a unos niños preescolares dibujando una hoja en blanco y hablando de lo que querían, todo ello con el fin de endulzar la bien denominada “hoja en blanco”. Así, ofrecer una hoja en blanco a los ciudadanos sería como ofrecer dicha hoja a infantes, con toda la inocencia y candidez que conlleva (por lo demás, qué pena tener que llegar a usar niños, aun cuando estén autorizados por sus padres, para una campaña política).
Se nos dice que existe un sueño de un país mejor, donde todos seamos iguales, donde la dignidad sea la norma general y donde tengamos derechos sociales asegurados. Pues bien, compartimos el mismo sueño, la misma ilusión de un Chile para todos. Sin embargo, cuando se les interpela por cómo se logra esos sueños, entonces entran a un terreno pantanoso, en el que abundan mitos, ilusiones, vaguedades, silencios y un sinfín de expresiones que apelan a la emoción del oyente. En definitiva, no tienen planes, sino guiones.
Parafraseando podemos decir que “para cambiar y comer pescado, hay que tener mucho cuidado”. Acaso queremos cambiar para parecernos a los demás países latinoamericanos, cuando miles de habitantes de esos países escogieron Chile precisamente porque éramos diferentes y el progreso económico había cubierto a muchísima gente que pudo salir de su pobreza material. O queremos parecernos a las naciones más desarrolladas, europeas quizás, donde el sentido de lo colectivo está muy arraigado y entonces aprovecharse de los otros es socialmente mal visto, y no como en Chile donde se premia la “viveza” para engañar a los otros y al Estado obteniendo beneficios que no les corresponden. Cambiar para distribuir lo que otros producen arduamente con el esfuerzo compartido de los trabajadores.
Cambiar para que el Estado nos dé aquello que quizás no nos corresponda porque no supimos o no quisimos esforzarnos para progresar en la vida. Sé que algunos estarán pensando que no pudieron progresar, aun queriéndolo, porque las condiciones sociales de su entorno no se lo permitieron. Es cierto que las condicionantes sociales estancan el progreso, pero no es menos cierto que sólo nosotros podemos hacer por nuestras vidas lo que soñamos. Millones de casos en el mundo hay de quienes con su determinación y tesón surgieron en la vida. El Estado tiene que ayudar a crear las condiciones sociales y materiales para desarrollar el talento de cada individuo, pero no puede ni debe reemplazar la determinación de cada persona por salir de su pobreza material. Por ello, sólo en libertad el individuo desarrolla su máximo potencial. Hay miles de razones y emociones para decir “porque quiero cambios, Rechazo”.