Mientras la estrategia de salud parece empezar a dar resultados en nuestra Región de Magallanes y Antártica Chilena, se evidencia la necesidad de comenzar a planificar un futuro retorno gradual y seguro de las actividades. En Punta Arenas en sólo unos meses pasamos de una situación crítica a ser una de las ciudades con mejores índices de contagios por Coronavirus. Pero, aún no es claro cuándo existirán las condiciones para que lleguemos a una “nueva normalidad” y en cualquier caso ello será de manera lenta y gradual. Pero esto a su vez impone definir y comunicar anticipadamente los criterios de acción para entonces. Evidentemente, el natural temor de parte de la población y la frustrada experiencia de la “nueva normalidad” anunciada hace meses dificultan un nuevo proceso en esta línea. Pero, por lo mismo, es de particular importancia desarrollar ahora una estrategia cuidadosa que ofrezca tranquilidad a las personas. Debe asumirse que ningún proceso de normalización puede garantizar seguridades absolutas frente a un virus del que aún poco se sabe, pero también que la prolongación indefinida de las restricciones ha evidenciado ser inviable socialmente. El “paso a paso” puede ser que resulte, pero hay que tomarlo con tranquilidad y mesura. Cabe tomar conciencia además de que los efectos de caídas en la actividad como las que estamos viviendo pueden ser manejables en la medida en que se acoten a un número de tres o cuatro meses. Más allá de eso, los problemas en el empleo y los ingresos se agudizarán, y la alternativa de las transferencias fiscales para aliviar la situación de las familias comenzará a exhibir sus limitaciones.