Cada cierto tiempo, una noticia relacionada con el tema fronterizo nos llega a Chile. Y la mayor cantidad de las veces, nuestro país, es el afectado por alguna decisión de nuestros países fronterizos
Primero que todo, y en esto hay que ser sumamente responsables, las relaciones exteriores de Chile están a cargo única y exclusivamente del Presidente de la República, sea cual sea su color político o coalición que esté gobernando porque se trata de asuntos de Estado donde cualquier dicho u opinión de alguna autoridad que ostentemos un cargo, puede ser muy mal mirada e incendiar un tema que puede tener otros caminos.
Por lo anterior, los populismos simplemente no caben en nuestros discursos.
Por ello la situación planteada por el gobierno de Argentina con respecto a la plataforma continental, donde acusa a nuestro país de querer apropiarse de una parte de su territorio “y de una extensa área de los fondos marinos y oceánicos” hay que verla con el debido tino para profundizar en la forma para lograr los caminos de solución.
El 27 de agosto, nuestra Cancillería, publicó en el Diario Oficial el Decreto Número 95 la que determina las áreas jurisdiccionales marítimas nacionales desde Punta Puga a las Islas Diego Ramírez en la zona extrema austral, documento que contiene la Carta Náutica N° 8 y fija los límites con nuestra nación vecina al sur de Cabo de Hornos en la denominada plataforma continental.
La Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar), explica que “la plataforma continental de un Estado ribereño comprende el lecho y el subsuelo de las áreas submarinas que se extienden más allá de su mar territorial y a todo lo largo de la prolongación natural de su territorio hasta el borde exterior del margen continental”.
Todo lo anterior, a juicio de Argentina, no es legal y sería un mero intento de nuestro país de apropiarse de una parte de su territorio, lo que obviamente fue descartado por parte del Presidente Piñera, quien fue tajante en señalar que Chile está actuando en base al derecho internacional y el tratado de paz y amistad con la nación vecina.
Para entender la controversia hay que ceñirse a la explicación porque siempre lo más fácil para cualquier persona es caer en los chovinismos y exacerbar el ánimo patrio para lograr una ganancia esporádica. Tampoco quiero ser mal pensada que se está tratando de agrandar un tema porque uno de los países (que no es el nuestro) puede tener un clima interno que buscar calmar con una acción de este tipo.
Los que hemos vivido toda nuestra vida en la región de Magallanes, recordamos con mucha tristeza lo que vivimos en el año 1978, situación que nadie quiere repetir.
Hay que buscar todos los caminos que posibiliten el diálogo con Argentina para dirimir de la mejor manera este problema. También quiero ser muy clara en que no tenemos diferendos con nuestros vecinos y lo que estamos haciendo es actualizar la carta náutica ejerciendo nuestros derechos soberanos.
Por eso hay que buscar los caminos de diálogo, defendiendo nuestra soberanía, pero conversando, tal como lo anunció ya nuestra Cancillería. Y mi llamado es que ojalá nadie use este tema como plataforma política porque conocemos muchos casos en las que estas situaciones dejan de ser de Relaciones Exteriores y pasan a ser materias que se empiezan a politizar y ya sabemos que cuando eso pasa, en que terminamos.