Todo sube de precio. Sube el precio de la comida, porque las grandes cadenas de supermercados suben los precios casi todos los días. Sube el combustible, porque la OPEP (organización de países productores de petróleo) sube los precios a su antojo. Suben las tasas de interés de los créditos, porque el Baco Central tiene una tasa alta de acceso al dinero, y eso empuja a los bancos en la misma dirección. Sube la cuota del hipotecario, porque la mayoría tiene créditos en UF. Sube el costo de los servicios básicos, porque las leyes que regulan a estas empresas, les permiten definir sus tarifas en base a los “costos de inversión y operación de las mismas”, por lo tanto somos nosotros mismos los que financiamos esas obras privadas en verde. Y resulta que para pagar todo lo señalado anteriormente, las (os) chilenas (os) recibirnos sueldos en pesos, lo que necesariamente implica que debemos sacrificar la satisfacción de algunas necesidades para seguir sobreviviendo.
¿Y si los sueldos se calcularan en UF y se pagaran en pesos? Mi idea puede ser un dolor de cabeza para mis colegas economistas, pero creo que es un mecanismo real para enfrentar esta situación de inflación en el país. El mecanismo sería el siguiente: se debería fijar un mes “cero” o mes “base”, luego ese mes se debería tomar la UF del mes anterior, y dividir ese sueldo (sueldo base) por la UF señalada, lo que entregará un valor, y ese valor debería ser la base de cálculo en adelante. Un ejemplo podría ser tomar el sueldo mínimo y calcular a partir de enero del 2023 este mecanismo: los $400.000 dividido por la UF del primer día de diciembre del 2022, que fue de $34.998, lo que resulta en un factor de 11,43. Si ese factor se multiplica por la UF del último día del mes de diciembre de 2022, será el sueldo para enero del 2023, y así sucesivamente, el monto será superior a los $400.000, lo que “reconocerá” el mayor costo de vida para las (os) trabajadoras (es) del país. Si esta metodología se aplica gradualmente, comenzando por las grandes empresas y terminando su implementación con las micro y pequeñas empresas, las (os) trabajadoras (es) tendrían un pequeño respiro en su apretada misión de mantener la nariz sobre el nivel del agua.
Además del beneficio de “equiparar el incremento del costo de la vida con el sueldo”, la propuesta permite aumentar la cotización de la AFP (aunque estoy en desacuerdo con el sistema, es lo que tenemos), permite mejorar el seguro de cesantía, le permite a Fonasa recibir más recursos por cotizaciones, a los Isapre probablemente mejorar sus planes (o de plano que ese incremento se lo lleven los dueños de la misma). Esta propuesta tiene sus riesgos, porque si la UF baja, también bajarán los sueldos, pero se entiende que el costo de vida ya vendrá a la baja.
En el caso del sector público, no implica mayor gasto fiscal, y la negociación del incremento del sector público estaría mucho más acotada, esto porque el “incremento del costo de vida” ya estaría representado en sus rentas.