Nos hemos acostumbrado que ya, a diario, se manifiesta una nueva falencia de la pandilla que ocupa los cargos de gobierno, pero no gobierna. Lo último, si es que no ocurre algo de aquí a la publicación de esta columna, es el show de los indultos a delincuentes y terroristas comprometidos políticamente con la pandilla. No hay ni pude haber sorpresa en ello, el asumir un cargo elevado no convierte a un patán en caballero, a un ignorante en sabio, ni a un vicioso en virtuoso, esto siempre se supo y sin duda no nos han decepcionado. El grave error es que muchos, “derecha” en especial, parece sorprendida, enojada incluso. Se “indignan” por lo que consideran errores del gobierno, pero hacen con él y sus fuerzas políticas un pacto tan fundamental como para cambiar la constitución contra la opinión y necesidades del resto del país. Eso se llama hipocresía.
Cuando comenzaba el actual periodo presidencial, algunos me criticaban en medio del “buenismo” y pacatería cada vez más propia de nuestra carcomida personalidad nacional, porque dije que esperaba que a este “gobierno” le fuera muy, muy mal. Y lo sigo sosteniendo, ya que a la revolución liderada por Boric le está yendo muy bien. Lo que ocurre es que el chileno, entre ingenuidad, cobardía, hipocresía, quiere creer que este llamado gobierno asumió para hacerlo bien y traer orden y prosperidad a Chile. No es así.
Ganado el poder formal ya, gracias a su hegemonía cultural y penetración institucional, las fuerzas gobernantes vienen y en eso están, a completar la revolución detonada en Octubre de 2019. Ellos, el partido comunista y el frente amplio, no se han desviado un centímetro del objetivo, pese al “traspié” del 4 de septiembre.
Entonces, la política hoy en nuestro país, tiene una doble faz: la que se ve porque se muestra, de la incapacidad, ignorancia y vulgaridad de un presidente que son dignas de un humorista de poca monta, los “errores” y chascarros de un pseudo gobierno que, sin embargo, ya logró la finalidad de los indultos por ejemplo, mientras los opositores formales siguen creyendo que a Boric le importa combatir la delincuencia.
Todas las situaciones dramáticas que se desarrollan hoy en Chile son consecuencia que “la agenda” de gobierno se la tomó la izquierda neomarxista hace varios años. Introdujo el mal circo de los “derechos humanos” y colonizo así la ignorancia jurídica y general de la población. La ideología de género, el lenguaje “inclusivo”, el aborto, la eutanasia, la crisis de la salud pública y privada también ahora, la destrucción ya culminada de la educación pública, la legislación laboral que nos ha hecho de los más improductivos del planeta. La delincuencia a la que la izquierda radical ha considerado desde siempre la punta de lanza de la revolución, el crimen organizado; las fronteras abiertas a una invasión disfrazada de inmigración y que está carcomiendo nuestro tejido social y cultural desde adentro. La fuga de capitales financieros y humanos, la falta de inversión, el decrecimiento derivado, y un largo etcétera. La revolución pro chavista requiere este estado de cosas, lo establecieron, mientras muchos de ustedes lectores se distraen con los errores y payasadas del gobierno. Eso es un mero distractivo mientras nuestro país es carcomido desde adentro y las traiciones a nuestra nacionalidad se orquestan entre izquierda y la mayoría de la “derecha” que se están fagocitando a nuestra Patria. Solo los tontos pueden esperar un buen gobierno de malas personas, con malas ideas y de malas intenciones, es absurdo.
Mientras tanto, el trabajo de “termitas” del partido comunista, la única fuerza organizada de “gobierno”, que ahora maneja ascensos, destinaciones y formación de nuestras FF.AA., el talón de Aquiles de cualquier proceso revolucionario. Si no toman su control y favor en el corto o mediano plazo, la revolución es imposible, no bastará con ganar en las urnas aun con fraude, si aún hay destellos nacionalistas humanos y culturales. El PC destruyó y controla la educación de masas no pensantes que a través de la última PAES evidencia la espantosa desigualdad promovida -¡oh, paradoja!- por los paladines de la “igualdad”. Las termitas neomarxistas están comiéndose los cimientos de Chile, mientras los ilusos, los ingenuos, los cobardes, juegan.