La migración es un fenómeno social que desde siempre ha estado presente en nuestra historia, hasta en estos tiempos en donde diariamente ingresan personas por pasos habilitados y no habilitados para radicarse en el país.
La migración, como todo en la vida, puede ser beneficiosa para un país y también puede ser negativa para una sociedad, depende de múltiples factores. No podemos dejar de reconocer que nuestro país siempre ha recibido el aporte de migrantes desde su creación y que nuestra región destaca por que es incuestionable que la migración europea fue fundamental para el progreso económico, que luego fue reforzado por mano de obra que fue satisfecha por una migración chilota y que llenó de gloria el principio del siglo pasado. Incluso, en otras zonas del país, la colonización fortaleció la soberanía, en donde extranjeros fueron subsidiados para que lograran producir y fundar ciudades, un ejemplo de esto fue la experiencia del Lago Llanquihue.
La situación en la actualidad no es lo mismo que antaño, producto de los años de progreso económico que experimentó el país; primero fueron los habitantes de los países vecinos que llegaron a nuestro país a aportar y lograr sus sueños, ejemplo de esto fue la migración peruana, que fue característica en la zona norte y en la zona central, pero que siempre ingresó por la puerta, fue gradual y se destacó por venir a trabajar de buena forma.
Poco a poco profesionales de todo Latinoamérica al ver que la situación política y económica en sus países de origen era compleja e inestable, fueron dando forma a un flujo de empresarios y profesionales que vinieron a nuestro país a satisfacer una serie de necesidades que nuestro propio país no ponía cubrir, prueba de esto son los médicos que tenían trabajo asegurado al ver como las escuelas de medicina no producían la cantidad de médicos necesarios para el sistema público; o también la demanda de profesiones específicas que no se desarrollan en el país como por ejemplo la Ingeniería en Petróleo, en donde Venezuela sí tiene capacidades.
Lo primero que vive un país que no genera un proyecto a largo plazo con expectativas, es que sus habitantes más capacitados comienzan a mirar a los países vecinos, esto se conoce como “fuga de cerebros”, fenómeno que genera beneficios en el país que recibe a estos talentos y, que en una primera parte, Chile vivió y se vio favorecido de esta migración, personas que venían a trabajar, algunos comenzando en la pobreza, pero rápidamente subiendo a clase media; no obstante, hoy no vemos eso en la mayoría de los casos.
Cada país tiene una capacidad de absorber migrantes y siempre bajo políticas de entrar de forma regular, pero el verdadero “paseo peatonal” de personas migrantes que vemos en la frontera norte es deprimente, esto satura cualquier sistema en donde se sumen nuevas personas, congestionando la salud primaria, los jardines infantiles, las cárceles, hace crecer los campamentos, altera el cálculo de Carabineros por habitante, entre otros indicadores.
La migración irregular esconde trata de personas, vulneración de derechos de la infancia y el no saber el historial de una persona. Hoy sabemos que no son “cerebros” los que ingresan de forma irregular y dan la oportunidad a que ingresen bandas de delincuentes, que como cualquier inversionista ven que es más fácil delinquir en Chile que en su país de origen. La migración no es mala, pero mal controlada sepulta a un país, por muchas buenas intenciones que tenga una persona que ingresa de forma irregular, el solo hecho de entrar por esta vía, ya es parte de un delito, sobre todo a este país que pide carnet para comprar cerveza y cigarrillos, pero no para ingresar a vivir a nuestro país.